Artículo de Gemma Altell

Chicas adolescentes, salud mental y mandato de género

Existen vulnerabilidades individuales, pero si solo ponemos este foco no explicamos el fenómeno en su complejidad, con aspectos preocupantes como la diferencia del impacto en chicas y chicos

Los adolescentes valencianos son los que más tranquilizantes consumen.

Los adolescentes valencianos son los que más tranquilizantes consumen. / Perales Iborra

Gemma Altell

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Según los datos recientes que ha ofrecido el Departamento de Salut de la Generalitat, entre otros estudios, los intentos de suicidio en chicas de entre 12 y 18 años han aumentado un 195% mientras que en chicos de la misma edad han aumentado un 10%. La diferencia es suficientemente significativa como para que sea necesario hacer una reflexión y análisis que ponga la cuestión de las desigualdades y los mandatos de género en el centro.

El aumento en la declaración de intentos de suicidio -especialmente en población adolescente- es algo que debería preocuparnos siempre como sociedad. Si bien es preciso realizar la salvedad de que no siempre el mayor registro de una problemática responde únicamente al aumento de la misma sino a diferentes factores, entre ellos a una mayor visibilización por diferentes razones. En este caso sabemos que se ha empezado a hablar mucho más del suicidio en los medios de comunicación y, por tanto, se ha roto el tabú sobre el tema. Y también ha aumentado la sensibilización sobre todo lo que tiene que ver con la salud mental a partir de la pandemia. Estas dos son algunas de las razones que también pueden darnos claves para entender este aumento en las cifras recogidas. Ahora bien, es evidente que un 195% es un porcentaje muy alto, que nos obliga a preguntarnos: ¿qué les está pasando a nuestras adolescentes?

Para aproximarnos a una respuesta debemos tener en cuenta que también nos encontramos ante un aumento en los diagnósticos de ansiedad y depresión en esta franja de edad. Voluntariamente, no utilizo delante la palabra “trastorno” para que nos aproximemos a la cuestión con un análisis social y no únicamente clínico/psiquiátrico. Es necesario saber leer los datos también en términos de tendencias sociales; no podemos reducirnos a buscar explicaciones particulares. Es evidente que las contradicciones sociales en los mensajes y el nivel de exigencia y autoexigencia global en el que vivimos enferman. Obviamente, existen vulnerabilidades individuales, pero si solo ponemos este foco perdemos la capacidad de explicar el fenómeno en toda su complejidad; no nos interpelamos como sociedad y nos permitimos el lujo de no cambiar nada. Incorporar los contextos sociales e históricos, hoy por hoy, supone, como decíamos al inicio, poner en el centro las desigualdades de género.

En este contexto la pregunta principal sería: ¿qué estamos pidiendo a las chicas adolescentes en el mundo de hoy? La respuesta es altamente compleja. Pero sí que, de entrada, podríamos decir que están/estamos viviendo en una sociedad en transición donde los valores y mandatos tradicionales para las mujeres están todavía presentes y legitimados y por tanto 'deben' cumplirse para sentirse integrada en este mundo patriarcal capitalista y, al mismo tiempo, los feminismos transmiten su poder emancipador que también hay que seguir.

Como en todo periodo de transición donde la historia y los aprendizajes previos nos pesan, incorporar nuevas miradas que sean realmente liberadoras y transformadoras no siempre es fácil y con frecuencia nos pueden llevar a confusión e incluso a contradicciones. Diferentes segmentos, espacios y marcos están transmitiendo mensajes diversos; a veces parecen opuestos y otros son, de hecho, opuestos. Existe un marco general que transmite 'sé tú misma', 'sé lo que quieras ser', pero: 'cuida de quien tienes alrededor porque debemos poner el cuidado en el centro, pero también céntrate en ti y conecta con lo que tú sientes y quieres ante todo'. Reivindicamos nuestros espacios de equidad en el mundo laboral pero, al mismo tiempo, ponemos la conciliación y corresponsabilización en el centro de las vidas y transmitimos que el trabajo no debe ser lo más importante. Vivamos la sexualidad en total libertad pero, a la vez, estemos siempre atentas a las violencias sexuales. Aceptemos las diversidades corporales en un mundo donde cada vez hay más operaciones de estética entre adolescentes. Sed independientes y autónomas sin depender de nadie pero, al mismo tiempo, debes tener una red social extensísima, porque esto hablará de tu éxito personal y social. Puedes comportarte igual que un hombre, pero después nunca serás juzgada igual que un hombre...

Es un momento histórico complejo en un momento evolutivo complejo. Un cóctel que a menudo nos cuesta entender desde la perspectiva adulta y, con frecuencia, juzgamos. Como siempre, las chicas/mujeres, siempre analizadas con lupa. Todo cambia, pero...seguimos con el doble rasero para ellas, para nosotras.

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