Artículo de Ruth Ferrero-Turrión

El impacto de la guerra en Europa

La Unión Europea es ahora una entidad regional más unida, pero sin embargo no necesariamente más integrada, y, desde luego, no más autónoma que hace un año

Charles Michel, Volodimir Zelenski y Ursula Von der Leyen se saludan durante una reunión en Kiev.

Charles Michel, Volodimir Zelenski y Ursula Von der Leyen se saludan durante una reunión en Kiev. / EP

Ruth Ferrero-Turrión

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Durante los últimos doce meses en el marco europeo ha sido donde con una mayor nitidez se ha podido apreciar la onda expansiva provocada por la invasión rusa de Ucrania. En un momento en el que Bruselas prestaba atención a la salida de la sindemia del covid-19, y cuando todo hacía prever que una UE, que había dado un paso hamiltoniano de gigante, tenía las claves para situarse en la esfera internacional de manera firme gracias a la que seria su “brújula estratégica”, entonces Rusia tomó la decisión de abalanzarse sobre Ucrania.

Desde entonces, Bruselas ha demostrado que es capaz de tomar de decisiones de manera rápida y unida en una situación de crisis. Así lo atestiguan las decisiones que se han adoptado a lo largo de este año. Desde los diez paquetes de sanciones que se han aprobado en un tiempo récord, cuando lo normal era que para aprobar solo uno se tardaran un par de años, pasando por el hecho histórico del lanzamiento del Fondo para la Paz que ha servido, paradójicamente, para comprar armas, o la aplicación de la directiva de protección temporal de 200,1 que dormía el sueño de los justos metida en un cajón y nunca antes se había aplicado.  

Sin embargo, en este tiempo, la Unión Europea no ha sido capaz de solventar ninguna de las debilidades estratégicas sobre las que trabajaba, la dependencia militar, la energética y la de suministros. Ahora Europa continúa siendo igual de dependiente, lo único que ha cambiado son los proveedores de tal dependencia. Y todo ello acompañado por un progresivo cambio de filosofía, que apuesta más por la defensa y la disuasión que por el diálogo y que, de manera cada vez más inquietante, prioriza la seguridad sobre todas las cosas.

Con todos estos ingredientes se puede afirmar sin miedo a errar que la Unión Europea es una entidad regional probablemente más unida, pero sin embargo no necesariamente más integrada, y, desde luego, no más autónoma que hace un año.

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