Artículo de Rafael Vilasanjuan

Un año después

Hoy sabemos que el conflicto va a durar, aunque no sepamos cuánto. Ucrania ha equiparado sus fuerzas y está en mejores condiciones de defenderse; Europa ha entendido que la amenaza real no es ajena y ya no envía cascos sino tanques y misiles.

Putin y Zelenski, dos hombres y un destino

Putin y Zelenski, dos hombres y un destino / EFE | Ignacio Ortega

Rafael Vilasanjuan

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Ucrania resiste a la invasión rusa. Vladímir Putin soñaba una intervención rápida, ocupando Ucrania en 15 días con el apoyo de su aviación y la fuerza de su artillería. Tras decenas de miles de víctimas mortales y la destrucción de buena parte de las infraestructuras del país, un año después Ucrania aguanta. Fue capaz de enfrentarse al gigante cuando desde países vecinos el compromiso de apoyo incluía poco más que unos cuantos cascos militares. Vladímir Putin se cansó de decir que en poco menos de dos semanas tendría el control de las calles de Kiev, las riendas de su Gobierno, al presidente Zelenski detenido y su ejército rojo a las puertas de Europa. Joe Biden informó de que la amenaza no era banal, pero queríamos pensar que Putin echaría el freno. No lo hizo. En las primeras horas del jueves 24 de febrero lanzo su “operación militar especial”. Esta semana la guerra cumple un año.

Hoy sabemos que el conflicto va a durar, aunque no sepamos cuánto. Ucrania ha equiparado sus fuerzas y está en mejores condiciones de defenderse; Europa ha entendido que la amenaza real no es ajena y ya no envía cascos sino tanques y misiles. Al borde de cumplir los primeros 12 meses, emergen algunas certezas. Quitando la amenaza nuclear -que sería un suicidio-, Rusia no es tan fuerte como pretenden sus dirigentes; su Ejército tiene problemas para ocupar un país del que conoce sus fuerzas militares y geografía. Rusia además esta más sola, porque ha abierto el camino para que países hasta ahora neutrales como Suecia y Finlandia entren en la órbita de la alianza atlántica.

El presidente francés Macron apuntaba esta semana que esta guerra demuestra que ni en Rusia ni en Europa hemos acabado de digerir las consecuencias del final de la Guerra Fría. Si es así, tendremos que encontrar una vía de salida, un acuerdo. Pero un año después, Europa ha entendido que ese acuerdo todavía no es posible, para conseguirlo hay que evitar que Ucrania pierda. Por eso la guerra todavía va a durar más, desgraciadamente.

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