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El serial de los globos visto desde Wuhan y Ucrania

Momento en el cual es derribado el globo chino sobre el océano Atlántico.

Momento en el cual es derribado el globo chino sobre el océano Atlántico. / RANDALL HILL / REUTERS

Albert Sáez

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Hace ahora tres años no dimos la importancia que merecía a las noticias que llegaban de Wuhan y un nuevo coronavirus. Hace ahora un año aún pensábamos que lo de Ucrania no iba a pasar de bravuconada de Putin. Nos acabamos de quitar las últimas mascarillas y estamos acabando de pasar el segundo invierno en guerra. Así que este serial de los globos entre Estados Unidos y China no sabemos cómo tratarlo. La tentación es procesarlo como una anécdota. Pero los estadounidenses ya han reconocido haber derribado tres y Canadá uno. Para rematarlo ahora Adrián Foncillas, nuestro corresponsal en Pekín, explica que los chinos revelan que en el último año han identificado diez artefactos similares, al parecer esatounidenses, sobrevolando su espacio aéreo. Para rematar el surrealismo del episodio, un portavoz del Pentágono no descartó que puedan ser "ovnis" aunque luego fue desmentido. 

¿Qué hay en el fondo? Sin duda, una tensión latente entre China y Estados Unidos que ya hace tiempo que explicamos que puede ser la nueva guerra fría, especialmente según como acabe la invasión de Ucrania. En ese contexto, los globos no serían ninguna anécdota sino un paso más en una escalada de tensión similar a las que hemos visto tantas veces en las películas sobre la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS. El sentido común nos llevaría a pensar que en el siglo XXI el espionaje sería un asunto cibernético y no de los tiempos de Julio Verne. Pero también sabemos que el demonio está en los pequeños detalles. Seguiremos explorando qué pasa con los globos, pero vistas las últimas experiencias nos inclinamos por decir que nada bueno. 

Los gobiernos siempre han mentido y el periodismo ha desarrollado en los últimos 200 años un método para combatir esas y otras mentiras. El reto del entorno digital es que ahora la mentiras llegan al público sin pasar muchas veces por los medios y el periodismo se tiene que dedicar no a desmentir a los poderosos sino a rebatir a las masas que, a menudo, son también sus lectores más fieles y, en el fondo, sus clientes. En fin que ahora los globos sonda nos llegan por los lugares más inesperados pero ya estamos en guardia.

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