La revelación de Tamames
El hombre propuesto por Vox para su hipotética moción de censura no transita tanto por el carril de la ultraderecha como por la herida del ‘procés’
Emma Riverola
Escritora
La resurrección mediática de Ramón Tamames es reveladora. El hombre propuesto por Vox para presentar su hipotética moción de censura no comparte buena parte del ideario político del partido ultra, excepto la especulación de que la patria (¿qué patria?) está en peligro y que el Gobierno de Sánchez es el dinamitero. Cuando se le exponen algunos de los postulados de Vox, el economista desvía la mirada, como si la realidad le estropeara sus visiones redentoras. Tamames no transita tanto por el carril de la ultraderecha como por la herida del ‘procés’.
El tejido era débil y estaba expuesto a fuertes tensiones, bastaba con estirar de aquí y de allá para rasgarlo. Y a eso se dedicaron los gobiernos de Artur Mas (2010 -2016) y de Mariano Rajoy (2011-2018). La confrontación daba unos réditos políticos indiscutibles. En un país desangrándose por la crisis económica y con unos dirigentes prestos a recortar el Estado de bienestar, apelar al nacionalismo era una oportuna y oportunista maniobra de distracción con capacidad de movilizar afectos desesperados. Como unas sombras chinescas gigantes, lo que ocurría detrás de la tela era bastante más prosaico que la grandeza proyectada. Para la mitad de la población de Catalunya, el ‘procés’ supuso un espejismo de esperanza. Para buena parte del resto de España, un desprecio y una exhibición de insolidaridad.
Al fin, un tremendo desgarro y un empacho de banderas. 'Estelades' a un lado del Ebro, rojigualdas en el otro. Enseñas de ilusión o armas defensivas. Ambas ondeando con el aliento de los discursos inflamados. Todo eso pasó. El abrupto final de la escapada generó un cierto trauma colectivo que la mayoría no quiere revivir, y la situación geopolítica y económica vuelve a avasallarnos. A la herida se le va practicando puntos de sutura y bálsamos reparadores, pero ni ha cicatrizado completamente ni el tejido ha superado la fragilidad.
En España, el concepto de patria es sinónimo de tensión. Lo sabemos desde hace décadas, siglos. Demasiadas veces se la ha defendido atacando a una parte de su territorio. La hipotética moción de censura de Vox solo tendría un objetivo: gritar la palabra patria. Convertirla en un rugido ensordecedor que acallase los argumentos racionales. Los logros sociales, el respeto internacional y el esfuerzo en la convivencia apenas pueden combatir con ese estruendo irracional. La ultraderecha de todos los colores lo sabe. Tamames tiene que decidir si su voz es la que eleva el grito. El resto, cómo nos comportamos ante su eco.
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