Artículo de Rafael Vilasanjuan

Funerales en el limbo

En Siria y Turquía van a quedar miles de víctimas sin identificar, pero es hora de proporcionar a todas las que sí han quedado con vida abrigo, alimentos, asistencia médica y apoyo económico para subsistir

Rafael Vilasanjuan

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Si hay algo más cruel que un terremoto es que la sacudida ocurra en una zona devastada por una guerra que dura más de una década. Los seísmos no conocen más fronteras que las fallas que dividen el subsuelo, pero en la superficie han afectado a dos países sin diferenciar las líneas trazadas en el mapa. A ambos lados, los efectos han destripado edificios, carreteras y vías, dejando la cuenta de víctimas mortales en aumento. En la zona de Turquía, mientras se empieza a buscar culpables y a detener a constructores que nunca fueron bien controlados por la administración, la realidad es que junto a los muertos oficiales van a quedar muchos sin identificar. Hay millones de sirios que huyeron de la violencia en su país, la mayoría vivían sin estar registrados: no eran ciudadanos turcos, y tampoco se les reconocía como refugiados. Vivian en el limbo y muchos de ellos habrán quedado sepultados sin que nadie pueda reclamar su ausencia.

Al otro lado, en Siria, aunque los temblores afectaron a menos poblaciones, la mayor parte se ha producido en los últimos reductos rebeldes. Sometidos por la guerra a ataques constantes, desde Alepo hasta Idlib ya solo quedan ruinas. Salvando los estragos globales del covid-19, el terremoto es probablemente la peor catástrofe del siglo. Los pocos cuerpos que aún se puedan encontrar con vida bajo los escombros podemos considerarlos un milagro, esa fase de rescate ya queda atrás. Van a quedar miles de víctimas sin identificar, pero es hora de proporcionar a todas las que sí han quedado con vida abrigo, alimentos, asistencia médica y apoyo económico para subsistir. La ayuda tiene que llegar a todos, a los que están en Siria sin importar a qué lado del conflicto hayan quedado y en Turquía; junto a la población afectada local hay que garantizar también un registro en el mapa de los que llegaron huyendo de la guerra vecina. Tras el terremoto, una tregua humanitaria es lo único que puede garantizar a millones de personas que no acaben también muriendo en el limbo.

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