Apunte

CEOE: Salarios de oro

La regularización de Garamendi de autónomo a asalariado aflora una retribución de alrededor de casi 400.000 euros anuales

Archivo - El presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi

Archivo - El presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi / Marta Fernández Jara - Europa Press - Archivo

Agustí Sala

Agustí Sala

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En las últimas horas hemos descubierto que no todos los (falsos) autónomos reparten pizzas en bicicleta. Hay muchas relaciones entre profesionales y empresas que funcionan de esta manera completamente legal si los primeros trabajan para varias empresas. Otra cosa es cuando son asalariados camuflados. Por eso llama la atención el caso del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, que acaba de regularizar su situación y se ha convertido en asalariado, con categoría de directivo, pero con una remuneración de casi 400.000 euros anuales.

No es de extrañar que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, molesta por los últimos desplantes patronales en la negociación del salario mínimo, se rasgara inmediatamente las vestiduras. "Estoy un poco sorprendida", declaró cuando se le preguntó sobre esta modificación de la relación de Garamendi con la CEOE. "Desde luego lo voy a mirar", añadió la vicepresidenta segunda sobre si la Inspección de Trabajo examinará la legalidad del cambio laboral.

Resulta chocante que quien percibe estos emolumentos no solo haya recurrido a la relación como autónomo en su primer mandato al frente de la CEOE sino que se opusiera a la última subida del salario mínimo, de 1.000 a 1.080 euros mensuales. Garamendi, reelegido en noviembre pasado para un segundo mandato, fue el primer presidente de la CEOE en tener asignado un salario a través del apartado 7 del artículo 18 de los estatutos de la organización patronal.

Nada que objetar a que alguien que ocupa buena parte o la totalidad de su tiempo a llevar las riendas de una entidad así perciba unos emolumentos. Quizás sea discutible el importe, pero en una empresa o entidad privada hay poco que objetar si los propietarios están de acuerdo.

Otra cosa es una organización que recibe directa o indirectamente fondos públicos, como pasa con las patronales o los sindicatos. Sería deseable una mayor transparencia. La escasez de luz y taquígrafos, por más que la CEOE pida respeto a las decisiones de sus órganos de gobierno, puede abonar las sospechas de que se ocultan prebendas o salarios de oro.

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