Artículo de Oriol Amat

La precarización de la clase media

Si queremos frenar la desigualdad para revertir la tendencia al empobrecimiento podemos analizar cómo lo hacen los países nórdicos, que es donde la clase media evoluciona mejor

Repartidor de Glovo

Repartidor de Glovo / JORDI OTIX

Oriol Amat

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La clase media ocupa un espacio intermedio a nivel socioeconómico, entre la clase alta y la población pobre o que tiene dificultades para llegar a final de mes. La clase media se desarrolló, sobre todo, a partir de mediados del siglo XX, cuando el crecimiento económico impulsó la mejora de la renta de colectivos como los profesionales liberales, funcionarios, empresarios de pymes y comerciantes. Según la OCDE, la clase media la componen aquellos hogares con una renta entre el 75% y el 200% de la renta media. En España, según el INE, la renta media en 2021 fue de 18.490 euros; y la clase media representa el 55% de la población, la clase baja el 33% y la clase alta el 12%

La clase media se caracteriza por una calidad de vida saludable con una estabilidad financiera que le permite pagar las facturas, hacer vacaciones cada año, ahorrar para la jubilación y atender gastos imprevistos. Es un grupo social que tiene un papel determinante para la estabilidad política y económica. 

Hasta 2008, se iba reduciendo la pobreza y la clase media había ido mejorando su posición financiera y aumentando su peso en la sociedad. Sin embargo, la crisis financiera global y, más recientemente, la pandemia, el encarecimiento de la vida y los altos tipos de interés, están comportando un aumento de la pobreza, y una reducción del tamaño y del poder adquisitivo de la clase media, que pasa a incrementar la clase baja. Y, simultáneamente, un pequeño porcentaje de la población cada día acumula más riqueza. Según Eurostat, España es uno de los países en los que más está aumentando la desigualdad. Esto se comprueba con el índice de desigualdad de ingresos, que mide la proporción entre lo que gana el 20% de la población con más ingresos en relación al 20% de la población con menos ingresos. En España, este índice de desigualdad ha ido aumentando y se ha situado en 6,19 veces. Es decir, la parte de la población que ingresa más, ingresa 6,19 veces más que la parte de la población que ingresa menos. Es un índice mayor que el de Francia (4,42), Italia (5,86) y Portugal (5,66). También lo indica el World Inequality Lab: en España, en 2008, el 10% más rico tenía el 54,4% por ciento de la riqueza total, el 50% más pobre el 7,9% y el 40% restante el 37,7%. En 2021, estos porcentajes han pasado al 57,6%, 6,7% y 35,7%. Por tanto, los ricos se enriquecen más y el resto se va empobreciendo. 

El aumento de la desigualdad tiene que ver con la precariedad laboral. Y la digitalización, automatización y la globalización han llevado a la desaparición de ciertos empleos y provocando el cierre de comercios y pymes, que han sido una de las palancas que en el pasado han impulsado el crecimiento de la clase media.

Si queremos frenar la desigualdad para revertir la tendencia al empobrecimiento de las clases medias y bajas podemos analizar cómo lo hacen los países nórdicos, que es donde la clase media evoluciona mejor y tiene más peso en la sociedad. Hay medidas, como las siguientes, que pueden ayudar mucho. Se trata de mejorar la regulación, para evitar la concentración excesiva de la riqueza y aumentar la fiscalidad de las rentas más altas. Fortalecer el mercado laboral promoviendo el empleo estable y mejor remunerado. Elevar el salario mínimo es una medida que va en esta dirección. Mejorar el acceso a servicios básicos, como vivienda, transporte... También es clave aumentar la inversión en educación (becas, becas-salario…) para ayudar a las personas de las clases más desfavorecidas a desarrollar habilidades y competencias que les permitan progresar en un mercado laboral cambiante.

En definitiva, si queremos revertir la tendencia del aumento de la desigualdad y frenar la precarización hemos de conseguir que todos los agentes económicos y sociales alcancen grandes acuerdos. Los temas clave son fiscalidad y regulaciones que contribuyan a una redistribución más equitativa de la riqueza, fortalecimiento del mercado laboral, mejora del acceso a la educación y servicios básicos… Si no rompemos el ciclo de empobrecimiento, estaremos cada vez más lejos de aquella sociedad en la que los hijos siempre iban mejorando el nivel de bienestar que habían disfrutado sus padres.

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