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El 'sorpasso'

El PSC ha seguido una estrategia de abrazo de oso que ha ahogado a Esquerra. Es cierto que los republicanos mantienen la presidencia, pero también lo es que los socialistas se alzan como imprescindibles

El 'president' Pere Aragonès y el líder del PSC, Salvador Illa, en la firma del acuerdo de presupuestos

El 'president' Pere Aragonès y el líder del PSC, Salvador Illa, en la firma del acuerdo de presupuestos / FERRAN NADEU

Pilar Rahola

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Las encuestas son encuestas y, como dice el tópico, la única importante es la que se celebra la noche electoral. En este sentido, es imposible saber si los datos de la última encuesta, la de Electomanía del domingo, es una tendencia creciente o una circunstancia puntual, pero en ese momento, el mensaje está claro: ERC pagaría electoralmente su acuerdo de presupuestos, a diferencia del PSC, que se vería beneficiado. Los republicanos perderían en el Congreso tres escaños, pero el destrozo se produciría en las municipales: pérdida de 63 municipios, 7 hacia el PSC y 56 hacia Junts.

Dado que la política es voluble y faltan meses para una nueva confrontación, estos datos son lo que son: pura especulación. Pero sí denotan que ERC ha sido incapaz de dar sólidos motivos para explicar su acuerdo presupuestario. Es decir, ha perdido el dominio del relato o, como aseguraba con euforia el ex-Ciutadans y ahora PSC Rubén Viñuales: "Los medios de comunicación nos han comprado absolutamente el relato". A pesar de la arrogancia, la afirmación es cierta: el PSC ha seguido una estrategia de abrazo de oso que ha ahogado a Esquerra, es el partido que ha dominado las negociaciones, ha impuesto sus criterios y el que ha mostrado la extrema debilidad de los negociadores republicanos. A todas luces, el PSC es el ganador del acuerdo, y ERC es la perdedora. Es cierto que mantiene la presidencia y se otorga unos meses de oxígeno, pero también lo es que el PSC se alza como el partido imprescindible y sabrá practicar la ducha escocesa con ERC, con notable eficacia.

¿Cuáles son los errores que ha cometido Esquerra, más allá del error central (intentar mantener el poder con la precariedad de 33 diputados, tras cortar vínculos con sus aliados de investidura)? El primero, la arrogancia. ERC trató a los aliados de Junts con un desprecio persistente que tuvo un punto álgido con el cese del vicepresidente Puigneró, pero que no ha dejado de practicar posteriormente. De hecho, ha creído que Junts estaba en caída libre, no ha contado con el impulso del exilio, que nutre de esperanza al independentismo, y ha creído, con notable ingenuidad, que era el interlocutor de los poderes fácticos. Poderes que la han usado para erosionar a Junts, pero que ahora la abandonarán rápidamente, concentrados en la recuperación socialista de la Generalitat.

ERC ha creído que mantendría los votos independentistas y ganaría los progresistas, pero puede sufrir el resultado inverso: perder los que tenía y no lograr los nuevos que pretende

Otro motivo ha sido la falta de habilidad estratégica. Todos los mensajes que ERC ha enviado hacia el votante independentista han ido en esa dirección de menospreciar a Junts, ignorar a la CUP y tejer lazos con la ecuación tripartita, mientras abandonaba completamente las reivindicaciones nacionales. El eje de izquierdas por encima del eje nacional, la tentación eterna de los republicanos, que en algunos casos hace de Macià, pero la mayoría hace de Companys. Esta estrategia podría darle réditos en los tiempos eufóricos de “ampliar la base”, pero ahora solo puede ser una fuga de votos: ninguna capacidad de erosionar al PSC, oxígeno a unos Comuns en decadencia y pérdida evidente de votos independentistas, que difícilmente comprarán ese giro copernicano. Es cierto que mantener el Govern le puede generar nuevos impulsos, no en vano el poder siempre crea simpatías, pero también hay que contar con el enorme desgaste de un partido que no logra aprobar casi ninguna de las resoluciones que plantea: decenas de derrotas parlamentarias desde que gobierna en solitario. Y, por supuesto, los partidos que le han votado los presupuestos mantendrán la oposición férrea, por pura lógica electoral.

Finalmente, la incapacidad de conseguir ningún resultado de nivel que justifique su total entrega al Gobierno del PSOE, cuya tacañería a la hora de dar algún éxito al aliado republicano es implacable. ERC mantiene el gobierno, pero lo hace en las peores condiciones porque ha cometido el mayor error de todos: romper abruptamente con los aliados nacionales, y creer que los aliados ideológicos se mantendrían a su lado, cuando lo que quieren es ahogarlo. En la misma dirección, ha creído que mantendría los votos independentistas y ganaría los progresistas, pero puede sufrir el resultado inverso: perder los votos que ya tenía y no conseguir los nuevos que pretende. Es lo que tiene cambiar de mensaje, de estrategia y de aliados de forma abrupta: que, al confundir a todos, no convenza a nadie.