Artículo de Rafael Jorba

El pacto y el 'relato'

Los que nos alegramos de un acuerdo que ha devuelto la transversalidad a la política catalana no comulgamos con ruedas de molino ni nos hacemos más ilusiones de la cuenta

Pere Aragonès y Salvador Illa, asi han firmado los Presupuestos de Catalunya

Pere Aragonès y Salvador Illa, asi han firmado los Presupuestos de Catalunya / FERRAN NADEU

Rafael Jorba

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Los que entendemos la política como el arte de ocuparse de los asuntos de la 'polis' o ciudad, es decir, de los temas que afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos, nos alegramos del acuerdo entre el Govern de la Generalitat y el grupo parlamentario Socialistes i Units per Avançar para aprobar el proyecto de ley de presupuestos para 2023. Los que creemos, como dijera Mario Cuomo, que se hace campaña en verso, pero se gobierna en prosa, celebramos las 26 páginas del acuerdo, suscrito el 1 de febrero, y las tres páginas complementarias sobre grandes infraestructuras de país.

Los que consideramos que la política es la forma más civilizada de resolver los conflictos y de hacer prevalecer el interés general, con el diálogo, la negociación y el pacto como instrumentos, celebramos que en Catalunya se haya recuperado de nuevo el camino de la democracia deliberativa y el acuerdo entre diferentes. Los que constatamos que la llamada 'década prodigiosa' del 'procés' ha roto la centralidad catalana y catalanista aplaudimos la superación de la estéril política de bloques, en aras de la gobernabilidad, que supone este pacto presupuestario.

Los que defendemos que entre partidos democráticos no pueden existir vetos apriorísticos, como el que recibió el PSC del bloque independentista en vísperas de las elecciones del 14 de febrero de 2021, valoramos que ERC haya superado aquella pulsión excluyente, máxime cuando su líder, Oriol Junqueras, afirmó tras la cita electoral, en 'Els matins' de TV-3, que un Gobierno con el PSC “es imposible porque somos los dos partidos políticos más antagónicos de Catalunya” (sic). El pacto con el PSC dice mucho de la voluntad del 'president' Aragonès de priorizar la acción de gobierno, pero muestra sobre todo la 'fuerza tranquila' que ha esgrimido Salvador Illa durante la negociación. Uno y otro han coincidido en subrayar que este es “un acuerdo presupuestario y no un pacto de legislatura”.

El 'procés' como relato político sigue vivo: su universo simbólico no solo sigue siendo hegemónico en la CCMA, sino que ha sido normalizado en el espacio público

Sin embargo, los que creemos todo esto, los que nos alegramos de que este pacto presupuestario haya devuelto la transversalidad a la política catalana, tampoco comulgamos con ruedas de molino ni nos hacemos más ilusiones de la cuenta. El ‘procés’ no ha muerto, como afirman algunos analistas; el ‘procés’ ha entrado provisionalmente en vía muerta: se ha quebrado la unidad de acción del bloque soberanista, se ha roto el Govern entre ERC y JxCat, ha disminuido la capacidad de movilización de las entidades independentistas y no existe una hoja de ruta compartida entre partidarios de la unilateralidad y la vía negociada.

Sin embargo, el ‘procés’ como relato político sigue vivo: su universo simbólico, su cosmovisión, no solo sigue siendo hegemónico en la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals –TV-3 y Catalunya Ràdio han sido la pantalla y el altavoz del 'procés'–, sino que ha sido normalizado en el espacio público. Como muestra, un botón. El corte de voz de la declaración institucional del 'president' Aragonès en el 'Telediario' (La 1) del 2 de febrero: “Hay una mayoría, también en el Parlament de Catalunya, a favor de la independencia de Catalunya. Y el hecho de aprobar unos presupuestos no significa que este 52% se diluya”.

Muy pocos, tanto en la escena política como mediática, se cuidan de contrastar la cifra mágica del ‘relato’. Lo hizo, en su día, Jose Rico en un análisis en este diario: ‘El mito de la mayoría independentista del 52%’ (14 de febrero de 2022). Es un mantra que, a fuerza de repetirlo, eclipsa la realidad: la suma de los tres partidos independentistas con representación en el Parlament (ERC, JxCat y CUP) se queda en el 48,05%; para que el independentismo pueda sostener que superó el 50% de los votos, hay que añadirle el porcentaje que obtuvo el PDECat (2,72%) y se alcanza la cifra del 50,77%, lejos del mantra del 52%.

El mito sigue vigente. Forma parte del 'relato'. Como lo son todos los conceptos acuñados por el soberanismo: el imbatible 'derecho a decidir', la mayoría demoscópica del 80% a favor de un referéndum, la vía de la ley de claridad canadiense bajo la que no se ha celebrado referéndum alguno en Quebec, la inexistente unilateralidad de Escocia, como ha corroborado el Tribunal Supremo británico, la fórmula de Montenegro... Resumiendo: bienvenido sea el pacto presupuestario, pero el 'relato' procesista debe perder la partida en las mentes, el paso previo para su derrota parlamentaria en las urnas.

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