Riñen, pero no rompen
Los socios del Gobierno de coalición llevan así tres años y a diez meses de las elecciones a nadie le interesa la ruptura
Rosa Paz
Periodista. Comité editorial de EL PERIÓDICO
Los avances en la liberación de la mujer han demostrado la falsedad de ese refrán que dice que “los amores reñidos son los más queridos”. El Instituto Cervantes glosa el dicho explicando que “si la riña es manifestación de la sinceridad que entraña tan estrecha convivencia, puede cumplirse lo que asegura el refrán, pero el enfrentamiento continuado no favorece la armonía y la felicidad”. Viene esto a cuento de las continuas peleas que se producen en el seno de la coalición de Gobierno desde su fundación y que ahora, como consecuencia de la decisión de Pedro Sánchez de modificar por vía de urgencia la ley del sí es sí están alcanzando un nivel de decibelios inaudito. Desde Unidas Podemos, partido impulsor de la norma, aseguran, lo dijo su secretaria general y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, que “al PSOE le tiemblan las piernas” ante la presión de la derecha judicial y mediática, y Pablo Iglesias, su anterior líder, hoy en tareas de tertuliano, afirmó que si Sánchez cambia la ley con el apoyo del PP “lo pagará caro”.
Oídas estas afirmaciones parecería que el Gobierno esté al borde la ruptura. No es que falte la armonía en el seno del Consejo de Ministros —que sí que falta— es que el grado de sinceridad, por llamarlo de alguna manera, con el que se expresan públicamente los dirigentes de Podemos refleja el agrio resentimiento de las parejas malavenidas. Mientras, sin embargo, la ministra de Igualdad, Irene Montero, negocia el cambio de su ley, aunque no parece dispuesta a dimitir, ni por supuesto a romper la coalición, ni siquiera si no hay acuerdo y esa modificación se hace con su voto en contra. Llevan así tres años y a diez meses de las elecciones a nadie le interesa la ruptura. Ni a Podemos, ni a Yolanda Díaz, ni, de momento, a Sánchez, que no tocará a los ministros podemistas cuando en unas semanas cambie el Gobierno. Las tres partes necesitan reforzar sus expectativas electorales y se necesitan para reeditar la coalición. No es amor, es puro interés, y seguramente les iría mejor si bajaran el tono.
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