Artículo de Jorge Dezcallar

La RAN entre España y Marruecos

La reunión de alto nivel ha sido un éxito porque ha reforzado la relación bilateral con la firma de muchos acuerdos en los ámbitos más diversos que sin duda beneficiarán a los ciudadanos de ambos países

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el jefe de Gobierno del Reino de Marruecos, Aziz.

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el jefe de Gobierno del Reino de Marruecos, Aziz. / EP

Jorge Dezcallar

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La Reunión de Alto Nivel (RAN) entre España y Marruecos se debe celebrar cada año y hay que congratularse por la que esta semana ha tenido lugar en Rabat, tras ocho años de no reunirse por pitos o por flautas. Es una cita importante porque Marruecos es un país importante para nosotros por muchos motivos: es nuestro vecino del sur, somos su primer socio comercial y el tercer inversor, un país en el que tenemos cinco institutos Cervantes y 10 colegios de enseñanza media donde se educa parte de la clase dirigente y, finalmente, un país en el que tenemos enormes intereses de seguridad (inmigración irregular, drogas, terrorismo). También es un país con el que tenemos serias diferencias en torno a Ceuta y Melilla y los peñones de Alhucemas y de Vélez de la Gomera, y las islas Chafarinas, o sobre la delimitación de aguas tanto en el Mediterráneo como en el Atlántico, frente a Canarias. Y también teníamos posturas diferentes sobre el Sáhara hasta que llegó al gobierno don Pedro Sánchez. La reunión de Rabat ha sido un éxito pero no el que se deseaba. Ha sido un éxito porque ha reforzado la relación bilateral con la firma de muchos acuerdos en los ámbitos más diversos que sin duda beneficiarán a los ciudadanos de ambos países, y yo estoy plenamente convencido de que a los españoles nos irá mejor si les va bien a los marroquíes y viceversa. Pero todos esos acuerdos estaban cocinados previamente, como ocurre en este tipo de reuniones que en realidad se limitan a ofrecer un escenario dirigido a la opinión donde se escenifica la excelencia de la relación con su firma pública. 

No ha sido el éxito que se deseaba por tres razones: La primera es el precio que hemos pagado los españoles para poder reunir la parafernalia de la RAN. Ese precio ha sido el cambio de postura del presidente don Pedro Sánchez sobre el contencioso del Sahara. Rabat ha exigido y Madrid ha aceptado considerar la oferta marroquí de autonomía para el Sáhara como “la más seria, realista y creíble” para solucionar el conflicto. No me parece ni más seria que otras (referéndum, acuerdo entre las partes), ni tampoco más creíble hasta que no la acepte la otra parte (el Frente Polisario), pero coincido en pensar que es la más realista y hubiera sido deseable que antes de apoyarla el gobierno hubiera tratado de convencer a los polisarios de sus bondades. Es un precio muy alto porque nos aleja de la legalidad internacional y nos ha enemistado con Argelia, colocándonos en mitad de la pugna que mantienen los dos vecinos magrebíes por la hegemonía en el Magreb. Salir de la protección que nos brindaba el paraguas de la ONU me parece un error. 

La segunda es que ese cambio de postura ha dejado al Gobierno solo con el apoyo del PSOE. Ni sus socios de la coalición gubernamental ni ningún otro partido del arco parlamentario español, desde Vox a Bildu, lo ha apoyado. Y por eso solo han ido ministros socialistas a Rabat. Eso debilita al Gobierno y a España porque la política exterior debe ser de consenso. Hasta la fecha las razones esgrimidas por el gobierno para modificar su postura no han logrado convencer a nadie. 

La tercera razón es que después de esperar ocho años se debería haber elegido un momento en el que el rey Mohamed VI estuviera en Marruecos pues es sabido que pasa largas temporadas fuera. Y ahora estaba de vacaciones en Gabón y no ha considerado oportuno regresar. El problema es que un primer ministro en Marruecos tiene menos competencias que entre nosotros ya que allí el artículo 31 de la Constitución reserva al rey la política Exterior, la Defensa, la Seguridad y los Asuntos Religiosos. Si el rey hubiera estado en Marruecos no hubiera participado en las reuniones, como es obvio, pero hubiera recibido en audiencia al presidente Sánchez y esa reunión en 'petit comité' hubiera sido lo más interesante de la RAN porque es ahí donde se tratan las cuestiones de verdad importantes. Lo sé porque he participado en muchas RAN y en algunas he asistido también a ese encuentro súper restringido que a veces es muy cordial y a veces muy tenso, pero que es donde de verdad se puede tomar el pulso a la relación. El resto es puro teatro.

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