Artículo de Ignacio Álvarez-Ossorio

Palestina, al borde del abismo

La Autoridad Palestina está atada, de pies y manos, a una serie de acuerdos securitarios firmados con la contraparte israelí que la obligan a reprimir a los grupos disidentes ya perseguir a las organizaciones armadas

Las últimas imágenes del conflicto entre Israel y Palestina en Gaza

Las últimas imágenes del conflicto entre Israel y Palestina en Gaza / MOHAMMED SALEM\REUTERS

Ignacio Álvarez-Ossorio

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Treinta años después del Acuerdo de Oslo, la situación en Palestina no puede ser más desesperada. Dicho acuerdo establecía un periodo transitorio de cinco años tras el cual debería alcanzarse un compromiso sobre el estatuto final de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este. Tres décadas más tarde, el Estado palestino ni está ni se le espera. Peor aún, la política israelí de “hechos consumados” lo ha hecho prácticamente inviable.

La Autoridad Palestina está herida de muerte. No solo ha sido incapaz de impulsar el proyecto nacional palestino, sino que está atada, de pies y manos, a una serie de acuerdos securitarios firmados con la contraparte israelí que la obligan a reprimir a los grupos disidentes ya perseguir a las organizaciones armadas. Cada año que pasa, su descrédito aumenta y su liderazgo es más cuestionado entre una población que sufre los rigores de la ocupación y contempla como su vida transcurre entre privaciones y controles: un sistema que, cada vez, recuerda más al apartheid.

Mientras tanto, en Israel el campo de la paz ha sido reemplazado por el campo de la guerra. Tras las últimas elecciones, Netanyahu lidera el gobierno más extremista de la historia en el que varios de sus miembros abogan no solo por la anexión de los territorios palestinos, sino también por la deportación de su población. Una segunda nakba, la catástrofe de 1948 que significó la destrucción de Palestina y la expulsión de dos de cada tres de sus habitantes de sus hogares.

Con este panorama se da por sentado que el estallido de una nueva intifada es tan solo una cuestión de tiempo. La principal incógnita está en saber cómo se desarrollará y quién la encabezará. En el levantamiento de 1987 se apostó por la resistencia civil, mientras que la de 2000 se militarizó por completo. La nueva intifada podría deparar sorpresas, puesto que el liderazgo de Fatah y Hamas es cuestionado por amplios sectores de la sociedad palestina, que les considera corresponsables de la desesperada situación sobre el terreno. 

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