Artículo de Andreu Claret Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Netanyahu por la senda de Trump
La reforma judicial promovida por el primer ministro de Israel y los partidos racistas y supremacistas de su gobierno pretende asaltar la independencia del poder judicial

Isaac Herzog no es miembro de la menguante especie de los israelíes de izquierdas y pacifistas. Fue ministro con Ariel Sharon y con Benjamín Netanyahu. Hijo de un presidente de Israel, fue elegido presidente hace dos años, por un parlamento de mayoría más que conservadora. La semana pasada, tras la gran manifestación que tuvo lugar en Tel Aviv contra la propuesta de amordazar el poder judicial denunció “la división que desgarra Israel”. Una semana más tarde, estas manifestaciones se han extendido a Jerusalén, Haifa y Beersheva polarizando aún más la sociedad entre quienes están porque Israel siga siendo una democracia, aunque imperfecta, o deje de serlo y el gobierno pueda actuar sin control en detrimento de las minorías, en favor del proceso de colonización de las tierras palestinas sin las cortapisas de la Corte Suprema, y en beneficio del propio Netanyahu y otros ministros pendientes de asuntos judiciales.
Apoyada en el giro que la sociedad israelí ha experimentado en los últimos años –el 70% de los israelís entre 18 y 34 años se manifiestan abiertamente conservadores– la reforma judicial promovida por Netanyahu y los partidos racistas y supremacistas de su gobierno pretende asaltar la independencia del poder judicial, al estilo de lo que ha sucedido en Hungría y Polonia. Un proceso que algunos han comparado, desde dentro mismo de la comunidad judía, al asalto del Capitolio el 6 de enero de 2021 por las huestes de Donald Trump. Se trata, entre otras reformas destinadas a acabar con la independencia del poder judicial, de que el Parlamento pueda anular cualquier decisión de la Corte Suprema, aunque sea por un solo voto. La propuesta ha soliviantado los sectores más dinámicos de la sociedad que temen la condena de la comunidad internacional, y ha traumatizado la diáspora judía en la que sigue presente la idea fundacional que dio vida al estado israelí. No son pocos, en Estados Unidos y en otros países, los judíos que temen pagar las consecuencias de una perversión de la democracia en Israel.
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