La espiral de la libreta | Por Olga Merino
Sánchez y Mohamed VI, una charla enervante
Sobre la ausencia del monarca alauí en la cumbre hispano-marroquí
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Piiiiiiiii, prrrrrfff, grrrrrrrr… Un desagradable batiburrillo de pitidos y ruido de fritura emborrona la conexión vía satélite Rabat-Libreville, desinfectada de pinchazos, hasta que brota el chorro de una voz cristalina al otro lado de la línea:
—‘Allô, allô, il y a quel qu’un?’. Atención, señor presidente, se dispone a hablarle su majestad el rey de Marruecos.
—Pedrooooooo, ‘alhamdulillah’, ¿cómo estás?
—Pero ¿dónde te has metido, Mohamed?
—Estoy en Pointe Denis.
—¿Dónde?
—En mi casa de Gabón. ¿No te han dicho que vinimos a pasar las vacaciones de Navidad?
—Jopé.
—Bueno, de paso hemos celebrado también el Año Nuevo chino, el año del conejo de agua… Un año difícil, de tránsito, habrá que mantener las orejas alertas. En África, nos interesan mucho las relaciones con China… Oye, Pedro, que pongo el manos libres.
—¿Por?
—Me están dando un masaje en las lumbares y no puedo sostener el auricular.
—Mohamed, que sepas que me has chafado la guitarra de la RAN.
—¿La qué?
—Reunión de alto nivel. Erre, a, ene. Estamos esperándote. ¡Traigo 11 ministros a la cumbre!
—Que coman, beban y después se pongan a la tarea. Que lleven la batuta mi titular de Exteriores, Naser Burita, y el tuyo. Albares, ¿no?
—Pero se suponía que estábamos de luna de miel. Con lo que me he desvivido… Lo del Sáhara te lo he puesto en bandeja después de más de 40 años. Por ti y las relaciones con Marruecos, he dejado la gatera llena de pelos.
—Lo sé, lo sé, ‘sadiq’, amigo mío. Vente otro día. Te espero en Rabat para la primavera, después del ramadán.
—Tengo a Feijóo frotándose las manos.
—¿A quién?
—A Feijóo, el líder de la oposición. Y la prensa, en plan fastidio. Que si me ninguneas, que si me has deslucido la cumbre, que si me has dado plantón.
—¿Plantón? Que se lo pregunten a Erdogan, a Dmitri Medvédev, a Mike Pompeo… No saben de quién están hablando. Soy el soberano de Marruecos. Y para plantón, el de Garamendi. ¿Dónde está el jefe de tus empresarios?
—Menuda faena me has hecho en año electoral.
—Bah, no entienden nada. ‘Lavorare stanca’. Ser rey estresa muchísimo. Necesito descansar. Por cierto, ¿cómo está mi amigo?
—¿Quién?
—Juanca, el emérito.
—Yo qué sé. Lo que yo quiero es que me hables de Ceuta y Melilla. La aduana, ¿para cuándo?
—Que trabajen, que trabajen. Quedan flecos todavía. Oye, te dejo. Se me ha echado la hora encima.
—Pero…
—Tengo clase de judo. Te espero en primavera. Cambio y corto.
[Conversación completamente ficticia. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia].
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