Presupuestos de la Generalitat

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Un pacto tan accidentado como necesario

Acordar los presupuestos de la Generalitat beneficia tanto a los ciudadanos como a la imagen de responsabilidad de PSC y ERC

Pere Aragonès y Salvador Illa, asi han firmado los Presupuestos de Catalunya

Pere Aragonès y Salvador Illa, asi han firmado los Presupuestos de Catalunya / FERRAN NADEU

Al final, y tras un largo y tortuoso periplo, el Govern y el Partit dels Socialistes de Catalunya han sellado su acuerdo para los presupuestos de este año, 2023. Alcanzar el pacto sobre las cuentas autonómicas tenía muchas más ventajas para ambos -y para los ciudadanos- que su contrario, esto es, el fracaso de las negociaciones. Pese a ello, el proceso no ha sido fácil en ningún caso. 

Por una parte, Esquerra Republicana no ha sabido manejar el proceso con la solvencia que cabría esperar. Así, relegó primero al PSC para dar prioridad al diálogo con los Comuns, socio mucho más pequeño que el PSC de Salvador Illa, el cual suma con 33 diputados -los mismos que ERC- pero mayor número de votos ciudadanos. Luego, la cúpula republicana transmitió desgana y no tener prisa alguna, para, al final, cuando las negociaciones estaban atascadas, recurrir a Pedro Sánchez para pedirle que presionara a Illa, algo que irritó a este último. Las negociaciones se pudieron retomar tras la comparecencia pública del presidente Pere Aragonès aceptando las obras en la B-40, una de las exigencias del PSC.

Salvador Illa ha conseguido que, aunque sea de forma ambigua o imprecisa, sus grandes exigencias, de carácter eminentemente más político que presupuestario -la ya citada B-40, el aeropuerto del Prat y el Hard Rock-, encontraran acomodo en el documento acordado. Para los socialistas era esencial que quedaran meridianamente claros su influencia y protagonismo en la negociación. Con el pacto, el PSC reafirma su papel como actor protagonista en la escena política catalana y contribuye a disipar la frontera entre las fuerzas políticas independentistas y no independentistas. Aunque Illa haya sostenido que la responsabilidad ha pasado por delante de los cálculos electorales, hacer esta distinción es engañoso. El PSC era el primer interesado en consolidar el mensaje que lo presenta como una opción seria, constructiva y que se esfuerza para que la sociedad catalana prospere en positivo. Tras las cesiones de ERC , rechazar el acuerdo habría socavado gravemente la posición socialista, pues el ‘no’ a los presupuestos hubiera supuesto un contradicción manifiesta con la imagen que pretende proyectar. 

Las nuevas cuentas suponen para el Govern dos cosas. En primer lugar, le dan estabilidad y le refuerzan pese a que su posición parlamentaria continúa siendo de gran debilidad. En segundo, le permiten, gracias a un presupuesto muy expansivo -se situará en la cifra récord de los 41.000 millones-, atender algunas de las necesidades más perentorias que tiene Catalunya, como son el aumento de inversiones que se requiere tanto en sanidad como en otros ámbitos. El PSC, por su parte, puede estar satisfecho por el pacto con su ahora aliado-adversario, toda vez que el pacto reafirma su apuesta por mantener una actitud constructiva y de colaboración pese a ser el primer partido de la oposición. Además, los presupuestos para 2023 suponen un triunfo para Salvador Illa en su cruzada, tras los años del ‘procés’ y el 155, por devolver el PSC a la centralidad, abriendo su espacio electoral y convirtiéndose en una opción más plausible para antiguos votantes de otros partidos. En el horizonte pasa a ser una posibilidad un posible futuro pacto de los tres partidos -ERC, PSC y Comuns- que han consensuado los presupuestos de este año. Solo una ecuación posible más, junto a las, aún imprevisibles, que puedan abrir los resultados y pactos poselectorales tras las próximas municipales.