Artículo de Álex Sàlmon

El partido de la ANC

Una cosa es que los partidos utilicen una organización cívica para movilizar la calle y otra que se presenten a unas elecciones convirtiéndose en competencia

La ANC clama contra la reforma del Código Penal, el día de la Cosntitución

La ANC clama contra la reforma del Código Penal, el día de la Cosntitución / FERRAN NADEU

Álex Sàlmon

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Un buen amigo de la adolescencia me aseguraba al principio del ‘procés’ que le gustaba la ANC porque no era una organización política. Estaba convencido de que nacía del pueblo, que la dirigían directamente los ciudadanos agitados por un sentir muy interesante que él comenzaba a ver como viable: la independencia de Catalunya.

Puse en duda su convencimiento, realizado desde la buena voluntad y el conocimiento muy superficial de la cuestión. Podía parecerlo, pero le recordé que Carme Forcadell militaba en ERC y que había sido concejal del Ayuntamiento de Sabadell hasta que tras unas elecciones no salió elegida. Que detrás de la ANC también estaba Josep Maria Vila d’Abadal, de Unió y alcalde de Vic. Dos de los nombres más populares en aquellos tiempos de 2012. 

Se quedó sorprendido. Mi buen amigo, con el que mantengo una sólida y antigua amistad, al que la política le interesa lo justo y que el ‘procés’ no logró perjudicar nuestro cariño y respeto, me respondió que lo desconocía, pero que daba igual. “Creo que la independencia es posible. Mi abuelo estaría contento”, sentenció.

El perfil no es único. Refleja a la perfección lo que pasó por la cabeza de miles de catalanes. En un momento concreto de sus vidas asumieron que la movilización era ciudadana, surgida de la calle; y ahí se quedaron.

Existen momentos donde lo difícil es viable, aunque no concluyente. Ocurrió con el ‘procés’. Pero ahora se ponen los puntos sobre las íes. Ya hace meses que una parte de la ANC quiere liderar una lista para presentarse a una convocatoria electoral. Pero una cosa es que los partidos utilicen una organización cívica para movilizar la calle y otra que se presenten a unas elecciones convirtiéndose en competencia. Ni tan solo como marca blanca. Y ahí es donde nacen las divisiones.

La actual presidenta de la ANC, Dolors Feliu, fue militante de Convergència y más tarde del PDECat. La apuesta es de riesgo. Mantiene el sentido que siempre ha precedido a esta organización de forma descarada, como le expliqué a mi buen amigo hace 10 años. Antes, no colaba. Ahora tampoco.

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