Artículo de Jorge Dezcallar

Revuelta o revolución en Irán

El sociólogo Hossein Bashiriyeh sistematizó en ocho los requisitos necesarios para que una revuelta se convierta en revolución y pueda derribar a un régimen

Leonard Beard

Leonard Beard / Leonard Beard

Jorge Dezcallar

Jorge Dezcallar

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En Irán continúan las manifestaciones por la muerte de Mahsa Amini por no llevar correctamente el velo con el que se obliga a cubrirse a las mujeres. No es la primera vez que los iraníes protestan contra el régimen, pues ya lo hicieron masivamente en 2001, 2009 y 2017 con motivos diferentes, pero que revelan una recurrente desafección de la población con los clérigos en el poder. Actualmente, los manifestantes gritan “Mujer, Vida, Libertad” en defensa de la igualdad y la dignidad de las mujeres y están sido reprimidos con brutalidad, hasta el punto de que la UE acaba de imponer más sanciones a personas y entidades vinculadas a esta represión, y el Parlamento Europeo desea declarar organización terrorista a la Guardia Revolucionaria, cosa que exige la previa decisión de un tribunal de Justicia.

Un artículo de Sajjad Safael del Instituto Max Planck de Munich me ha hecho conocer un interesante estudio del sociólogo Hossein Bashiriyeh, que a raíz de las manifestaciones que hubo en Irán por el pucherazo electoral de 2009 sistematizó en ocho los requisitos necesarios para que una revuelta se convierta en revolución y pueda derribar al régimen. Vale la pena echarles un vistazo. 

El primero es que el Gobierno carezca de legitimidad y esta condición parece darse en Irán, donde los doce miembros (designados, no elegidos) del llamado Consejo de Guardianes filtran implacablemente a los que pueden participar en las elecciones y en las últimas, las de 2021, impidieron presentarse a todo aquel que pudiera amenazar el triunfo del candidato oficial, Ebrahim Raisí.

El segundo es que la élite gobernante se divida y esta condición me temo que no se da. Los clérigos, los Guardianes de la Revolución, las milicias Basij, el Ejército, el aparato judicial y los servicios de Inteligencia son una piña y cierran el paso a todo cambio que ponga en peligro sus intereses.

El tercero es una mala gestión gubernamental y esta no creo que nadie lo discuta, porque los iraníes hace años que ven cómo se deteriora su nivel de vida, aunque los gobernantes echen la culpa a las sanciones norteamericanas, que sin duda ayudan. De la corrupción prefieren no hablar.

El cuarto requisito de Bashiriyeh es la debilidad del régimen para reprimir las protestas y tampoco se da, porque ha respondido con una represión brutal que ha causado 481 muertos según la ONG Irán Human Rights, con sede en Oslo. También habría 15.000 detenidos (entre ellos, figuras del deporte y del espectáculo) y varios ahorcados, algunos en público para escarmiento general. El régimen iraní no es débil.

El quinto es que el descontento popular se dirija contra el Gobierno y esta condición también parece darse, porque a la indignación producida por la muerte de Mahsa Amini se une al descontento por la corrupción, la falta de participación política, las dificultades para llegar a fin de mes, el desempleo, la inflación, la falta de libertades, etcétera.

El sexto requisito tiene que ver con la facilidad para comunicarse los manifestantes entre sí y esta condición también se da, gracias a redes sociales como TikTok o Instagram, lo que también explica la juventud del 41% de los detenidos.

El séptimo exige que haya líderes visibles dirigiendo las manifestaciones y, a diferencia de 2009, esta vez no los hay. Eso dificulta su eliminación pero también quita capacidad organizadora.

La octava condición es que la protesta esté respaldada por una ideología que propugne un cambio político radical y en Irán eso tampoco está claro, porque los manifestantes se podrían desmovilizar si se eliminara el velo.

La conclusión es que en Irán solo se dan hoy con claridad las condiciones 1, 3, 5 y 6 y con esos mimbres no parece que las actuales protestas pongan en peligro la estabilidad del régimen creado por el ayatolá Jomeini en 1979.

Se me ocurre que podría ser interesante proyectar estas mismas ocho condiciones a las revueltas que tienen lugar en Perú, tras la detención del presidente Pedro Castillo por intentar dar un autogolpe de Estado. Los manifestantes exigen con violencia la dimisión de la presidente Boluarte y se han encontrado con una dura represión, que ha causado numerosos muertos y heridos. ¿Se dan en Perú las condiciones que exige Bashiriyeh para la caída del Gobierno? Es un ejercicio que les invito a hacer, porque puede puede arrojar algo de luz sobre el futuro inmediato del país andino.

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