Nuestro mundo es el mundo | Artículo de Joan Tapia

¿La lista más votada?

Sánchez y Feijóo afrontan un difícil año electoral y recurren al autobombo y a demonizar al contrario

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, aplaudido por los alcaldables de su partido.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, aplaudido por los alcaldables de su partido. / EP

Joan Tapia

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Un político de la transición me dijo que en política la propaganda es esencial, y que Winston Churchill se hacía traer las pruebas del diario (no dijo cuál) y en la recensión de sus discursos quitaba “aplausos” y ponía “grandes aplausos”. No sé si la anécdota es cierta, pero en tal caso Pedro Sánchez y Núñez Feijóo serían dos ‘churchillianos’ porque ambos recurren sin complejos al autobombo más descarado. El problema es cuando la publicidad se estrella con la realidad. Puede estarles pasando.

Sánchez está usando aquello de “España va bien” del Aznar de antes de la mayoría absoluta de 2000. El PIB español creció el año pasado un 5,5%, por encima de las previsiones oficiales. La inflación cerró el año en el 5,7%, la menor de Europa. Diciembre acabó con 20,5 millones de empleos, casi  un millón más que antes de la pandemia. Y el empleo temporal –el gran drama español– ha caído en un año del 25% al 17,9%.

Pero la economía no es todo. Felipe González ganó a Aznar en 1993 en plena recesión. Y perdió en el 96, cuando la economía se empezaba a reactivar. Mientras, el PSOE y Felipe –por la corrupción y los GAL– habían perdido mucho crédito. Y los errores jurídico-políticos de Sánchez, no solo la rebaja de penas de muchos condenados por delitos sexuales –que era lo contrario de lo que pretendía la tan publicitada ley del ‘solo sí es sí’–, le están haciendo perder credibilidad.

Y en economía no todo es oro. El crecimiento del PIB ha sido del 5,5% en 2022. Pero a final de año ha bajado al 0,2% y el ritmo anual ha pasado del 4,8% en el tercer trimestre al 2,7% en el cuarto. Por eso, pese a que el saldo anual es positivo, en el cuarto trimestre se perdieron 81.800 empleos. Vamos de más a menos y si en 2022, creciendo un 5,5%, el clima sociopolítico fue el que fue, ¿qué pasará en 2023 cuando, siendo optimistas –proyecciones del Gobierno y del FMI–, la economía crecerá un 1% o 1,2%? No habrá recesión, que era el gran miedo, pero sí una desaceleración fuerte que hará el ambiente más inhóspito.

Por su parte, Núñez Feijóo caracolea por Andalucía porque las encuestas le dan por delante del PSOE. Pero dicen también que el PP no podrá gobernar sin el apoyo de Vox. Cuando Feijóo predica que gobierne la lista más votada –en los ayuntamientos y en el gobierno del Estado– está diciendo varias cosas. Una, positiva, que no quiere la muleta de Vox. Mejor que Sánchez, resignado al pacto con Podemos pese a las estulticias de Irene Montero e Ione Belarra, que acaba de calificar a Juan Roig (Mercadona) de “despiadado capitalista”.

Pero lo de la lista más votada indica también que Feijóo sabe que Vox es su talón de Aquiles. Gobernar con Vox y ser un socio apreciado en Berlín, París y Bruselas no es fácil. Aunque, cierto, atención a Meloni. Y Abascal está patinando con la pospuesta moción de censura contra Sánchez. Feijóo cree que Abascal no crece, pero no quiere gobernar con él como Mañueco en Castilla-León.

Y luego está lo de morir de éxito. ¿Cuál sería el saldo político si al PP le fueran bien las municipales, pero luego, para conseguir alcaldías –por ejemplo, Madrid– tuviera que hacer pactos de gobierno –no de apoyos exteriores– con Vox? ¿Le beneficiaría de cara a las generales?

Por eso Feijóo dice que debe gobernar la lista más votada. Y que el PSOE permita su investidura si él llega primero y el PP haga lo mismo con Sánchez si pasa lo contrario. Pero que en un régimen parlamentario el presidente del Gobierno sea investido excluyendo y sin contar con terceros partidos y con los extremos es complicado y no muy razonable. Es así. Yendo a lo práctico, sería más factible si hubiera un mínimo de confianza entre los dos líderes, que es lo que no existe. Feijóo se ha negado reiteradamente a renovar el Consejo General del Poder Judicial y Sánchez repite –incluso el martes, cuando el PP se abstuvo en la votación del decreto anticrisis– que el PP es la derecha más reaccionaria de Europa. Reclamar ahora que gobierne la lista más votada parece como pedir peras al olmo.

Los dos quieren ganar. Pero demonizar siempre al adversario, lo que perturba el funcionamiento de la democracia, quizá no es la mejor arma publicitaria. Y no es Churchill quien quiere, sino quien puede.

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