La espiral de la libreta | Artículo de Olga Merino

Instrucciones para apuntalar una columna

Algunos consejos de Julio Camba sobre la escritura periodística

Una pluma estilográfica y texto escrito

Una pluma estilográfica y texto escrito / Unsplash / Aaron Burden

Olga Merino

Olga Merino

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Quiso la casualidad que terminara un librito de Julio Camba en Madrid, haciendo tiempo en la cafetería del Círculo de Bellas Artes, adonde el periodista gallego acudía a diario a jugar al dominó con la soltura de un tahúr. Se titula ‘Maneras de ser periodista’, y lo publicó hace años la editorial Libros del K.O. Sigo leyéndolos, a los unos y a las otras, por si se pega algo, porque ya va para cinco meses que caí de patitas en el cubo del artículo (casi) diario y todavía ando en el ajuste de tuercas, ritmos, dudas, suspiros. Camba sabía de lo que hablaba. Algunos apuntes al vuelo:

Los periódicos no necesitan genios. Las personas maravillosas que todavía leen periódicos quieren exactitud, rapidez, claridad.

No te agobies. Unas veces, la columna sale fluida como un hilo de seda; otras, hay que extraerla de la roca con el martillo percutor. Pero siempre sale.

Es omnívora, come de todo: el frío o el calor, la política o la literatura, el suceso de ayer o las teorías de Einstein. Si la musa no baja, enciende la cocina de carbón dándole al soplete.

Apollinaire dijo que los dioses les dan el primer verso a los poetas, pero «a los columnistas no les dan nada». (Esto no es de Camba, sino de Raúl del Pozo. Da igual).

Mete a un alemán en tu oficina. Poco se consigue sin método y disciplina. Sí, ya sé, la bohemia juntaletras suele preferir la espontaneidad y el ‘flow’. A menudo, soñarás con estrangularlo, pero sienta al alemán a tu mesa un rato, a primerísima hora de la mañana, antes de que irrumpa el mundo.

Rentabiliza cuanto te suceda, hasta las cañas con los amigos.

El texto acabará convirtiéndose en el termómetro de la jornada. «Si la columna sale briosa, movida, estructurada, viva y armónica», estás casi salvado. «Ya me da igual arrastrarme todo el día entre los lechos del dolor y los lechos del amor». (Esto no es de Camba, sino de Umbral).

Hay que amasar el pan con la certeza de que saldrá bien. Hay que amasar el pan con pánico «a que se queme, a que salga crudo, a que no le guste a nadie». Escribir o amasar el pan. No hay diferencia. (Esto no es de Camba, sino de Leila Guerriero).

«Un columnista es un alfarero: al principio, intentas hacer un botijo y te sale un churro pero, con la práctica, vas cogiéndole el tranquillo». Se aprende leyendo a los mejores. Algún día luminoso consigues que el botijo parezca de cerámica de Sargadelos. (Esto no es de Camba, sino de Rosa Palo).

Lo bueno de escribir (casi) a diario es que te diluyes en el tiempo, en el río caudaloso de la vida. Nadie recordará mañana la tontería escrita hoy. Y así sucesivamente.

Suscríbete para seguir leyendo