Limón & vinagre | Artículo de Josep Cuní

Jaume Collboni, siempre hay una canción

Abandonar la segunda vara de mando de Barcelona manteniendo un pie dentro por dejar al equipo en el mismo gobierno del que abdica hace más compleja la tarea del socialista

Jaume Collboni abandona el gobierno de Colau. El socialista justifica su decisión para tener “la máxima libertad” para preparar su candidatura a las municipales de mayo

Jaume Collboni abandona el gobierno de Colau. El socialista justifica su decisión para tener “la máxima libertad” para preparar su candidatura a las municipales de mayo / FERRAN NADEU

Josep Cuní

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Ahora que se acerca el fin de las mascarillas en el transporte público sería interesante que algunos políticos aprovecharan para quitarse también las suyas. Y mostrarse como son, o deberían ser para el bien de su negociado que es el de todos. Más transparentes y menos zigzagueantes, más coherentes y menos olvidadizos, más cumplidores y menos discursivos. Adaptados al tiempo en el que viven y actúan. Alejados definitivamente de aquellos años en los que se creía que decir unas cosas en Barcelona y otras distintas en Madrid no tendría consecuencias porque se quería creer que ni siquiera trascendería. Como si la información no tuviera billete de ida y vuelta ni las noticias contrastado recorrido.

Pensaban entonces algunos líderes que al mediar cierto tiempo entre lo anunciado y lo recibido, encontrarían la fórmula para relativizar el impacto, cuando no negarlo directamente. Aquella falsa ingenuidad que envolvía al cinismo y disimulaba la desfachatez ha mutado en falsedad bien ensayada, estudiado simulacro, como entona el bolero de La Lupe justo antes de clamar: “Teatro, lo tuyo es puro teatro”.

El nivel de representación al que está sometida la política catalana revive estos días algo de lo interpretado en las décadas 80 y 90. Vemos a Esquerra Republicana cumpliendo su anhelo de ser la Convergència del siglo XXI y actuando como Pujol hacía entonces con el PSOE, buscando la negociación directa con Moncloa de los asuntos que afectan solo a Catalunya. Y, de paso, intentando neutralizar al PSC, al que se le exige apoyo compensatorio. Pero los tiempos han cambiado y las circunstancias también. Ni siquiera son equiparables. Para nadie. De aquella época hoy ensoñada solo quedan recuerdos que empujan a la nostalgia de algunos protagonistas. Pasqual Maragall como nombre a recuperar y el Ayuntamiento de Barcelona como institución a controlar.

El retorno de Xavier Trias al reto consistorial tiene algo de esa añoranza y mucho de alteración. Ahí están las encuestas. Las que, lejos de apartar a Ada Colau como muchos anhelan, aclaran tan poco el futuro que cualquier decisión que tome puede ser precipitada. Lo ha dicho la alcaldesa por el anuncio de su primer teniente de alcalde de abandonar el cartapacio para dedicarse solo a la campaña a cuatro meses de los comicios.

Jaume Collboni Cuadrado (5 de septiembre de 1969) afirma que, como McArthur, se va para regresar. Como alcalde. No lo tiene fácil. Como ninguno de sus tres rivales directos según los sondeos. Porque todos se verán obligados a pactar con una o dos fuerzas para darle a la capital catalana la tranquilidad, el sosiego, el repunte y la revalorización que reclama.

Abandonar la segunda vara de mando manteniendo un pie dentro por dejar al equipo en el mismo gobierno del que se abdica hace más complejo, si cabe, el discurso. Cualquier prédica que busque cargarse algo que se facilitó aprobar y se votó será difícil. Y complicado enfrentarse a posibles incumplimientos de reclamaciones sociales con las que hubo compromiso de solución. Hay sectores expectantes. Por todo esto, el foco de la atención también estará en un candidato socialista incómodo en el claroscuro.

Entre su repertorio desvencijado, La Lupe dejó otro ‘hit’ de su tiempo de gloria. Entona: “Si vuelves tú, la vida no ha de ser lo que contigo fue cuando estabas aquí”. Algunos lo están ensayando.

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