Gira el mundo, gira en el espacio infinito
Sobre el estudio que alerta del presunto cambio en la rotación de la Tierra
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Olga Merino
Frío húmedo. Sol. Bajo al súper con mi carrito de la compra, de color granate, nuevecito, el primero que tengo, con una melodía obsesiva dentro del cráneo. Si se te pega un estribillo, vas aviado hasta que decide diluirse. Recordarán ustedes la canción: ‘Il Mondo’, de Jimmy Fontana. «Gira, il mondo gira / nello spazio senza fine / con gli amori appena nati / con gli amori già finiti». Ay, los amores que se acaban sin terminarse del todo... La busqué en Spotify y me la puse en bucle, ansiando un efecto terapéutico tras haber leído una noticia sobre la inversión del movimiento terrestre.
Un huevo duro
Según el estudio, publicado en la revista ‘Nature Geoscience’, dos investigadores de la Universidad de Pekín han llegado a la conclusión de que el núcleo de la Tierra podría haberse detenido recientemente y comenzado a girar en direción opuesta. Lo que faltaba, el covid, una guerra al lado de casa, un verano de sequía bíblica y ahora esto. En consecuencia, ¿querrá cambiarse de lado la raya del pelo?, ¿empezarán a moverse en sentido contrario las manecillas del reloj? Recordé las láminas del cole que representaban el planeta como un huevo duro: la corteza terrestre (la cáscara), el manto de roca (la clara) y el núcleo, esa bola de hierro incandescente (la yema amarilla). Seguí buscando titulares sin sacar demasiado a luz, con Jimmy Fontana a todo meter por llevar la contraria: «Il moooooondo, non si é fermato mai un momento».
Al parecer, ni nos enteraríamos del cambio, pero me quedé pillada. Antes del estudio de marras, llevaba días pensando justamente en el fenómeno físico contrario, el que contrarresta la fuerza centrífuga que genera la rotación; esto es, la gravedad. Desde que tuve que venderme la moto —ya no querían darle la etiqueta verde— y comprarme el dichoso carrito de la compra, me siento menos ingrávida, casi asfáltica de pegada a la tierra. El ruido de las cosas al caer.
Cola descomunal
Confieso que estas teorías me sobrepasan años luz, y yo solo he bajado al Lidl a por cuatro cosas. Como se ha formado una cola descomunal en las cajas, me entretengo curioseando qué llevan los demás en sus carros. Plátanos, la malla de naranjas para el zumo, cartones de leche. En el fondo, no somos nada aunque nos creamos los amos de un mundo que gira a su bola. «Con la gioia e col dolore / della gente come me». Pobres hormigas humanas, siempre en busca de un asidero, siempre bailando aquella otra canción de otro italiano genial, Franco Battiato: «Cerco un centro di gravità permanente».
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