Contexto

La ciénaga de Raqqa y el otro islam prometedor

Las llamadas primaveras árabes que arrancaron en 2011 también mostraron que existe otro islam menos radical que aspira a tomar el relevo en los países árabes, pero al que no se le deja asomar la cabeza

El Gobierno egipcio declara a los Hermanos musulmanes como grupo terrorista

El Gobierno egipcio declara a los Hermanos musulmanes como grupo terrorista / periodico

Eugenio García Gascón

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Ciertamente Raqqa volvió a ser un lodazal cuando el Estado Islámico la convirtió en su capital. En árabe Raqqa significa justamente eso, "ciénaga", y en el periodo de la pasada década en que Marc Marginedas estuvo confinado allí, la ciudad adquirió una plena identificación con su etimología. Apenas unos años después, el Estado Islámico continúa teniendo emanaciones en distintos lugares, pero los occidentales nos hemos desacostumbrado a las connotaciones que tenía cuando decapitaban a infieles vestidos de naranja y los videos circulaban por los canales de todo el mundo.

Dentro de la lógica yihadista, de la lógica islamista más radical, esas decapitaciones eran necesarias para hacer frente al gran enemigo encarnado por Israel y Estados Unidos, aunque también por todo Occidente. Cuando las cabezas rodaban, se vengaban las humillaciones y los excesos que los occidentales cometieron y siguen cometiendo contra los musulmanes en todas partes, dentro y fuera de Dar al-Islam, una percepción que todavía existe hoy entre los yihadistas, allí donde estén, y entre muchos musulmanes que no lo son.

La experiencia del Estado Islámico confirma que existe un islam radical que está dispuesto a todo para tomar el poder, y es de este islam del que más se habla en Occidente. Sin embargo, las llamadas primaveras árabes que arrancaron en 2011 también mostraron que existe otro islam menos radical que aspira a tomar el relevo en los países árabes, pero al que no se le deja asomar la cabeza. Se trata de un islam pacífico que ha renunciado a la violencia pese a sufrir la violencia, y que quizás merece una oportunidad.

No estamos hablando del islam del Estado Islámico, claro, ni del islam yihadista paralelo al del Estado Islámico, como el que hay en Siria estos días, sino del islam de los Hermanos Musulmanes, quienes en los últimos lustros han conocido un cambio notable. El caso más evidente, aunque podrían hallarse otros ejemplos, es el de Egipto, donde el islam moderado ha sorprendido a todos desde que en 2013 Abdel Fattah al-Sisi dio el golpe que lo apartó del poder.

En la década transcurrida desde entonces, los Hermanos Musulmanes egipcios no han recurrido a la violencia, a pesar de haber sido machacados dentro y fuera de las cárceles. Es un dato relevante que habría resultado difícil de asimilar hace solo algunos años.

Esta misma semana, 'The New York Times' ha publicado un artículo sobre la oscuridad que reina en Egipto, un país que vive horas muy bajas. Es difícil imaginar cuánto tiempo podrá sostenerse Sisi si atendemos a que la economía está hundida y las ayudas árabes ya no llegan como antes.

Más pronto que tarde Occidente deberá aceptar como vecinos a los Hermanos Musulmanes que, a diferencia del Estado Islámico de Raqqa, dan muestras de contención y responsabilidad y han renunciado a la violencia de manera explícita. Ciertamente, y a la vista de lo ocurrido, sería un error dar un paso en esa dirección en Siria, pero no en Egipto y en otros países donde los islamistas se ejercitan en la moderación.

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