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Presupuestos: última ventana de oportunidad

Pedro Sánchez saluda a Pere Aragonès

Pedro Sánchez saluda a Pere Aragonès / FERRAN NADEU

Albert Sáez

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Los presupuestos de la Generalitat serán esta semana o no serán. El ritual negociador exprime los últimos actos sin que los personajes tengan mucho más que decir. Salvador Illa, en nombre del PSC, ha dejado claras sus condiciones dentro y fuera de las reuniones celebradas. La pelota está en el tejado de Aragonès, que debe decidir si las acepta tal como están ahora porque el margen para la enmienda parece que ya no existe. Uno y otro deben valorar en este momento las consecuencias de lo que hagan. Sindicatos, patronales y el tercer sector les reclaman que se pongan de acuerdo. Y, dentro de sus partidos, públicamente, nadie parece abominar de esa posibilidad. Objetivamente, que la Generalitat no tenga presupuesto en vigor es perjudicial para Catalunya. Pero en su decisión no les podemos pedir que solo tengan eso en cuenta aunque sí que no lo olviden, tanto al exigir como al conceder.

Desde el punto de vista estrictamente partidista, Aragonès tiene más que ganar que Illa. La única posibilidad de que este gobierno sea estable con 33 diputados y pueda decidir cuándo convoca elecciones es que apruebe el presupuesto. Indirectamente, también le servirá para recentrar a Esquerra, que corre el riesgo de que, mientras intenta quedar bien con todo el mundo, acabe silbada en todas partes. Illa también se la juega. De ninguna manera se puede permitir un acuerdo sin que las políticas públicas de Catalunya cambien en algún sentido. Y no solo estéticamente. Pero también necesita tres cosas: seguir señalando que es capaz de llegar a acuerdos que superen los bloques de la última década para abrir la puerta de muchos ayuntamientos y de la misma Generalitat; acompasar su defensa del progreso económico de las personas con la protección del planeta, y ganar tiempo para que su mayoría en unas próximas elecciones catalanas sea más solida y le permita alianzas para acceder al Palau de la Generalitat. Hasta donde sabemos, un acuerdo suma más que resta para todos, pero es imposible sin la voluntad de ambos. Sea como sea, la comedia no se puede alargar más.

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