Artículo de Carles Sans

Barcelona: ¡levántate y anda!

Basta de lamentarse y empecemos por votar a alguien que sea capaz de resucitar Barcelona

Vista aérea de Barcelona.

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Carles Sans

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Hace ya mucho tiempo que los barceloneses, aunque aquí podría incluir a muchos que no viven en Barcelona, se mantienen en la opinión de que desde hace ya unos años la nuestra es una ciudad que vive torturada por una crisis existencial, abatida a causa de una seudodepresión y que anda lamentándose de lo que ahora es versus lo que antes había sido. Hay quien sigue añorando aquella Barcelona creativa, referente en el mundo de la moda, el diseño, la restauración y otras facetas que definían a esta ciudad como una capital cosmopolita, joven y con grandes oportunidades. El turista, de forma lenta pero gradual, empezó a venir después de las olimpiadas y en este siglo la ocupación de la ciudad se transformó en avalancha, cambiando mucho las cosas. Algunas para bien y otras para mal. Muchos vecinos fueron desplazados de sus barrios para dejar paso a los turistas y la despersonalización de algunas zonas ha llegado para quedarse. Gran parte del centro histórico está ocupado por gente de todas partes menos de Barcelona. La ciudad ha crecido en una única dirección y el turismo se ha transformado en la fuente de ingresos principal, por lo que la ciudad está atrapada entre la necesidad de sobrevivir a base del dinero extranjero y la necesidad de preservar una Barcelona envidiada en otros tiempos por lo vanguardista de muchas de sus iniciativas.

La Barcelona de Colau ha tenido la mala suerte de vivir tiempos convulsos: desde las violentas manifestaciones públicas a cuenta del 'procés', pasando por la desertización de las calles a causa del confinamiento por el covid. Cierta laxitud en lo relativo a ciertos delitos, ocupaciones ilegales y narcopisos han empeorado su imagen, y la suciedad de las calles y persianas de comercios pintarrajeadas con grafitis vulgares ha ido afeando una ciudad que antes había sido limpia, con una circulación más fluida que la de ahora y en la que uno no temía por su reloj o su cartera.

Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina. El alcalde o alcaldesa que surja tendrá que replantear algunas cosas, y nosotros los ciudadanos ayudarle a que la dinámica negativa cambie. Basta de lamentarse y empecemos por votar a alguien que sea capaz de resucitar Barcelona.

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