GOLPE FRANCO

Ansu, Gavi, Pedri, el orden alfabético de los muchachos

Pedri, Gavi

Pedri, Gavi / FCB

Juan Cruz

Juan Cruz

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Sugiero el orden alfabético para enumerar la esperanza azulgrana. Al titular periodístico que recoge sus nombres (Ansu, Gavi, Pedri) habría que sumar, sin duda, la velocidad imperiosa, e imperial, de Balde, que le ha puesto a la banda el cartel de peligro para los que se enfrenten a sus escapadas. Desde Vittorio Gassman ha habido pocos que interpreten tan bien ese nombre propio de la velocidad, la esencia de la escapada.

En cuanto a los otros tres, a los que he llevado al titular de este homenaje al nuevo fútbol del Barcelona, es evidente que Ansu Fati ya puso en orden su destino. Sus goles recientes, su nivel de concentración en el juego, su recuperación de los estímulos que lo hicieron la gran promesa del fútbol español actual, ya lo tienen otra vez en el primer plano de su esperanza de estar entre los mejores. Un día será el mejor, probablemente, pero ahora es uno de los tres. 

Ansu Fati, sonriente, celebra el tercer gol del Barça, obra suya.

Ansu Fati, sonriente, celebra el tercer gol del Barça, obra suya. / REUTERS/Jon Nazca

Es curiosa su historia y estimulante su destino. Una lesión, causada, no fue un azar, lo derribaron, lo dejó malherido para el fútbol. Se empeñó en que sólo la voluntad marcara su trabajo de recuperación, sin otros estímulos que la fisioterapia. Quienes lo atendieron sabrán cómo era en esas sesiones que hizo en uno de los grandes templos de la recuperación de futbolistas de primera, pero por lo que yo he podido escuchar este muchacho que tuvo, además, el atrevimiento de pasear por Madrid la camiseta azulgrana, jamás perdió ni el humor ni la aspiración a curarse sin otros sobresaltos que los distintos grados de esperanza que le iban dando a la vez sus sensaciones y los especialistas.

El trabajo de Gavi, se vio ante el Madrid en Arabia, se ve cada vez que toca el balón, no es una atribución de la autoestima, un egocentrismo.

Este admirador que firma este artículo lo vio en uno de esos momentos madrileños, cuando iba precisamente a una de las curas. Sonriente, silencioso, iba allí como a un entrenamiento, y ahora cuando lo he visto disparar sus goles recientes y luego lo he visto aun reconcentrado, sin celebrar aun sus tantos, como si estuviera a la espera de un triunfo mayor, lo imagino hablando de fútbol, e incluso del porvenir, con Lewandowski.

Gavi es una novedad en el Barça que representaron Xavi o Iniesta, pues ninguno de ellos, con ser ágiles y dispuestos, en la media o en la banda, jamás pudieron desplegar la velocidad concreta, es decir, eficaz, de este muchacho que no tiene aún veinte años. Su voluntad es de hierro, es decir, de oro, porque no se atribuye, en sus escapadas, como las de Balde, un mérito ensimismado: siempre va buscando a otro, por ejemplo, y no es casual, a Lewandowski, que al final de su era en el campo ha logrado conjuntar a estos tres genios de cuya lámpara depende ahora el Barça.

Gavi festeja con el público uno de los goles del Barça.

Gavi festeja con el público uno de los goles del Barça. / Javi Ferrandiz

El trabajo de Gavi, se vio ante el Madrid en Arabia, se ve cada vez que toca el balón, no es una atribución de la autoestima, un egocentrismo. Al contrario, como aquel Puyol que recorría el campo para ofrecer su cabeza a goles que fueron históricos, Gavi está corriendo siempre a favor de obra, y aunque dispare con acierto tiene la mirada puesta en el que mejor se halle en el campo por si su escapada es más útil a la inteligencia ajena. 

Ver jugar a Pedri es emocionante, y ver llorar a su madre viendo cómo el muchacho triunfa en el campo es tan emocionante como verlo jugar.

Y Pedri. En el restaurante de su padre, que fue de su abuelo, culés todos ellos, están sus fotografías de cuando era una esperanza. Representa ahora el centro mismo de la recuperación azulgrana; es un rayo de luz en el campo, centra como si tuviera en la memoria todos los factores de una jugada, y no se vanagloria de su éxito, pues luego se pone atrás en los momentos de celebración de lo que se consigue gracias a la precisión de artista que tiene su contacto con la pelota.

Pedri conduce el balón ante Camavinga.

Pedri conduce el balón ante Camavinga. / STR / Efe

Sus partidos, hasta cuando lo mata el cansancio, son cumplimientos de compromiso con la calidad, respuestas a su modo de entender la exigencia y la humildad. Es probable que sea un retrato actual de Andrés Iniesta, y este es un elogio que lo hace muy grande. Pero está por llegar, y llegará pronto, que el propio Iniesta diga que ya está a su altura, o al menos en sus aledaños, y luego será por supuesto uno de los grandes futbolistas de la historia. Verlo jugar es emocionante, y ver llorar a su madre viendo cómo el muchacho triunfa en el campo es tan emocionante como verlo jugar.

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