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Europa, capital Barcelona

Emmanuel Macron y Pedro Sánchez,  en el Elíseo.

Emmanuel Macron y Pedro Sánchez, en el Elíseo. / EFE / FERNANDO CALVO

Albert Sáez

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Este jueves se celebra en Barcelona una cumbre entre España y Francia que impulsará el hidroducto entre Barcelona y Marsella. Una inversión de 2.300 millones de euros que deben financiar los fondos europeos. El objetivo es convertir a Barcelona en un nudo central en el mapa de las energías verdes en Europa. Y a España, en el futuro proveedor europeo de hidrógeno. A Macron, el proyecto no le entusiasma. La opción estratégica de Francia en las últimas décadas ha sido la energía nuclear y ahora saborea en silencio la victoria en este terreno sobre Alemania, que apostó por el gas ruso y ahora paga las consecuencias. Pero Alemania ha exigido durante la guerra de Ucrania que la puerta energética del sur se refuerce para no volver nunca más a caer en las garras de un Putin de turno. Y Francia ha ganado suficiente dinero con la venta estos meses de energía nuclear a precio de planta de gas combinado que tiene margen para conceder, aunque ralentizará el proyecto tanto como pueda.

Ajenos a esta estrategia europea que les proporciona el bienestar del que gozan cada día, algunos irreductibles independentistas se manifestarán contra la cumbre a pesar de que la sociedad civil transversal está a favor de la reunión. Esta vez no les acompañarán los ecologistas irredentos de la izquierda extrema. A este núcleo, cada vez más reducido, les hubiera encantado que la cumbre se hiciera en Madrid o en Málaga para poder hacer ese discurso victimista del abandono de Catalunya por parte de los núcleos centralistas del Estado. Como España esta vez no ha seguido el guion de su argumentario, lo consideran una provocación y se manifiestan en contra como si Macron y Sánchez fueran a revisar las penas de Puigdemont en el MNAC. Esa parte del independentismo ha seguido un camino de las razones a las emociones que les han dejado, finalmente, en el cinismo. Lo triste es que gente cabal les haga el juego. Junqueras por un cierto miedo atávico a Puigdemont y Colau porque contra Trias siempre vive mejor.

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