APUNTE

Un calmante y un estímulo para Xavi

FC Barcelona VS Real Madrid. Foto: Javi Ferrándiz

FC Barcelona VS Real Madrid. Foto: Javi Ferrándiz / JAVI FERRÁNDIZ

Albert Guasch

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Cada uno de los últimos partidos el Barça empezaba como un trueno y acababa con menos luz que una cerilla. Ayer cabía cantar el himno al contemplar la esplendorosa primera parte, pero cabía también guardar la compostura. Tantas veces el equipo de Xavi pareció un bonito pastel recién salido del horno, que se rompía al primer golpe, a la primera sacudida, incapaz de dejar atrás la fase de proyecto a medio cocer, que resultaba una temeridad adelantar conclusiones. Pero en Arabia Saudí la masa aguantó la mar de bien toda la final. Xavi se erigió al fin en un Masterchef. 

En el torneo en que se decapitó hace tres años a un técnico (Valverde), el de Terrassa inauguró su vitrina particular. Es curiosamente contra el Madrid cuando su creación se ha sostenido mejor. La temporada pasada el Barça culminó una exhibición en el Bernabéu (0-4) y en Riad volvió a sentirse un equipo guapo y fuerte, convencido de sus recursos. En ocasiones llegó a adornarse, en particular en la segunda parte, con el marcador holgado, síntoma de que ayer fue un día en que se sintió seguro de sí mismo. Xavi, siempre tan intervencionista, no hizo el primer cambio hasta el minuto 77, señal de que la cosa fluía.

El de Terrassa ha encontrado una combinación de jugadores que condiciona el perfil del equipo pero que a la vez robustece toda la estructura de juego. Se arma espiritualmente a partir de los dos fabulosos adolescentes que iluminan el futuro barcelonista. Pedri y Gavi, unidos a Busquets y De Jong, han recuperado el fútbol combinatorio, a costa, eso sí, de sacrificar el sagrado 4-3-3 y presentarse más cerca del 4-4-2. Números, números... Las sensaciones fueron estupendas. Se vio un Barça al fin arropado, fuerte atrás, los centrocampistas cerca de sí, y de cara al ataque prevaleció un sentido de la verticalidad profundo y vertiginoso. Rozó la excelencia ante un Madrid, hay que decirlo también, pálido y decepcionante. 

Hacer de todo

Xavi se llevó los parabienes de Laporta tras la final, pero nadie concentrará tantos como Gavi, esa «bestia competitiva» como lo definió Busquets. Un crío de 18 años que descubre el alma en cada jugada, que exhibe un coraje conmovedor con cada zancada y cada acción, que sabe hacer de todo a una edad que resulta ridículo, desbordante de personalidad y de lectura del juego. 

Se sintió tan suelto como los cordones de sus botas, de nuevo desatados, fácil metáfora de que no hay nada que lo aprisione, que lo coarte, que lo sujete. Ya es un fenómeno social que va ir a más con partidos así. Desde el club se explica que nadie recibe tantas peticiones de fotos y camisetas firmadas como él. Y aún tiene ficha del filial. Ojo con eso.

Este título menor es un calmante y a la vez un estímulo para Xavi sobre todo. Tiene detrás una masa de creyentes, pero también no pocos descreídos. «Me da tranquilidad», confesó sobre el título, valioso para mantener la fe en sí mismo. Que en el Barça el pastel se puede romper en cualquier momento.

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