Golpe franco

Crónica general del temido adversario

Di stefano

Di stefano / Terry Disney

Juan Cruz

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A cuarenta y ocho horas de que se repita, en Arabia Saudita, tan lejos, la vieja e intensa rivalidad que divide y junta al Real Madrid y al Barcelona, se reunió en la capital de España un equipo imbatible en algunos supuestos heráldicos de la vida nacional, no todos del ámbito futbolístico. Había algunos culés, como quien firma esta crónica, y en el patio de butacas del escenario, la librería Lé, al lado del Bernabéu, estaban al menos dos glorias del fútbol que ha practicado a lo largo de las épocas el equipo blanco, el de la Saeta Rubia, Alfredo di Stéfano. 

Sentados, escuchando este espectáculo de sintaxis futbolística, estaban Carlos Santillana y Vicente del Bosque. De épocas distintas, ambos compartieron la vivacidad de la conversación, dirigida por el periodista Alfredo Relaño, y protagonizada por su colega Iñaki Gabilondo y el que también fue futbolista (de la Quinta del Buitre de Santillana y Butragueño), Jorge Valdano. Ahora hay pocas personas, escritores de fama incluidos, que tengan los argumentos morfológicos para explicar mejor la esencia del fútbol como este argentino que en dos ocasiones distintas sometió a su viejo equipo al drama de perder sendas ligas ante el otro gran equipo de mi vida, el Tenerife.  

El espíritu de triunfo

Fue este último viernes en torno a un libro singular de Alfredo Relaño, que fue director de As, antes ocupó distintas responsabilidades en El País, y acaba de publicar, editado por la editorial Base, dirigida por un catalán, Santi Sobrequés, este título que ya en sí es una crónica de las historias de gesta de los blancos: El último minuto. Días de gloria del Real Madrid.

Gabilondo recordó lo que fue el Madrid de Di Stéfano como adversario de la Real Sociedad, su equipo natal; narró las dificultades del campo en el que se producían las visitas madridistas, así como el genio con el que el mejor de todos los tiempos, Don Alfredo, sometía al equipo local. Di Stéfano, dijeron luego todos los demás, marcó durante años el espíritu de triunfo que, pasados los años, han ido heredando todas las generaciones del equipo que puso en la vía europea, ganando casi todo en sus épocas más fecundas, el fútbol que impulsó don Santiago Bernabéu.

Otra cosa

Di Stéfano fue luego, en palabras de Valdano, que coincidió con don Alfredo teniéndolo como espectador de privilegio en las gradas de presidencia, y al que trató también siendo el propio Jorge directivo del Madrid, un hombre que regaló su experiencia y su veteranía para convencer a los jugadores de cada una de las décadas de que este equipo era otra cosa. Es decir, una especie de conjunto de extraños clones que, siendo siempre distintos en cada glaciación, eran capaces de exhibir el mismo espíritu de remontada que distinguió al fundador argentino de este espíritu. 

Relaño hizo después relación de su contacto con ese espíritu, desde que era un niño cuyo padre lo llevaba al campo como a una misa laica hasta cuando, ya espectador y periodista, y narrador de sintaxis inigualable de las hazañas o tristezas de su equipo, se dedicó a desentrañar las razones por las que jamás perdió este equipo el magisterio casi religioso de Di Stéfano para exigirse remontar en ocasiones de inmensa dificultad, como en estos últimos años, cuando se ha enfrentado a los millonarios habituales, PSG y City.

Aguafiestas de la gloria

De este efecto de guerra infinita a favor del triunfo de la historia blanca trata en gran parte 'El último minuto'. Días de gloria del Real Madrid. Escuchando lo que se decía por madridistas de tan alto rango (intervino a veces Javier Fortes, el barcelonista que no lo oculta y que además lo pregona cuando puede en el programa 24 Horas que dirige en TVE) pensé con miedo en el partido de este domingo en Arabia Saudita.

Y acaso he escrito esta crónica para conjurar el título del impresionante libro (sintaxis, datos, capacidad de crónica) de Relaño y soñar con la posibilidad (¿por qué no?) de que esta vez el Barça sea otra vez el aguafiestas de la gloria, como lo fue el equipo de mi tierra en tiempos de Valdano. Nos toca soñar, culés. 

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