Limón & vinagre | Artículo de Josep Cuní

Shakira: del desamor al despecho

Lo novedoso en la exitosa carrera de la protagonista de la semana son los detalles explícitos, los juegos de palabras con nombres y apellidos y las conocidas apetencias del padre de sus hijos y su familia

Shakira

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Josep Cuní

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Hubo un tiempo no muy lejano en el que se diferenciaba la privacidad de la intimidad. Era antes de la era digital. Cuando una persona con proyección pública sabía qué precio debía pagar por la popularidad acumulada así que cruzaba el umbral de su casa y salía a la calle. Reconocimiento, saludos, autógrafos, a veces incluso aglomeraciones y tumultos pero, sobre todo, miradas. De sorpresa, satisfacción, simpatía, complicidad. También de desdén, censura o indignación. Las más, escrutadoras que evaluaban tanto al personaje como a su acompañante motivando especulaciones acerca de su posible relación. Especialmente si no era la pareja oficial. Ya se sabe que el rumor es el deporte más extendido y no siempre la antesala de la noticia excepto si, a fuerza de insistencia, deriva en profecía autocumplida.

La tendencia sigue, pero con el móvil en la mano se ha reconvertido en un riesgo del que nadie protege porque plasmar un instante fugaz lo convierte en detalle perpetuo. Y es así como se vulnera la intimidad de la que la misma celebridad se sentía a salvo si antes no la había vendido a alguna publicación.

Esta fue la línea divisoria que los tribunales establecieron tras las primeras demandas judiciales por vulnerar el derecho a la propia imagen. Cuando determinadas revistas empezaron a pagar para exponer públicamente lo más privado y después ya no cabía lamento. La jungla en la que se ha convertido el espacio público se ha visto potenciada, a su vez, por el aumento del descaro, el desprecio a los límites y la inconsciencia voluntaria de no tener en cuenta las consecuencias de cualquier acto. Y todos las tienen.

El despecho de Shakira (Shakira Isabel Mebarak Ripoll, Barranquilla, 2 de febrero de 1977) no es nuevo. Ya había compuesto e interpretado otros temas de los que podía deducirse su estado de ánimo con mayor o menor detalle. Como tantos otros creadores. El amor y el desamor siempre fueron los grandes motores que consagraron como arte los impulsos sentimentales. Lo novedoso en la exitosa carrera de la protagonista de la semana son los detalles explícitos, los juegos de palabras con nombres y apellidos y las conocidas apetencias del padre de sus hijos y su familia. Esto ha hecho innecesarias las interpretaciones porque ya no caben. Y el desaire a su ex ha batido todos los récords convirtiendo la sesión 53 de su productor en el tema latino más descargado de la historia de Youtube en solo un día.  

La ministra Pilar Llop debe admitir que de eso sí que se habla en el metro cuando los pasajeros conversan porque sus móviles descansan. De esto, o de cualquier otra cosa que tenga que ver con las pulsiones provocadas por la vida de los otros. Quizás para consolarnos de lo inane de la nuestra. De esto, y no de la crisis judicial como pretendió hacernos creer. Y así fue como pasamos de la ruptura de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa al resentimiento de Shakira hacia Piqué. Y si esta se ha vengado con una canción el nobel podría hacerlo con una novela. 

De ser así, probablemente la diferencia volvería a estar marcada por lo implícito y lo evidente. La distancia que separa ambas generaciones pero que sigue vendiendo palomitas para que el público las deguste en la platea libre mientras en la pantalla se proyecta la historia de la humanidad. Ahora en 5D.

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