Artículo de Oriol Amat

Estrategias empresariales en tiempos de alta inflación

Los que salen peor parados con la inflación son los que tienen los salarios más bajos, puesto que los productos que más suben pesan más en su cesta de la compra. Las empresas tienen que priorizar que los más débiles no pierdan poder adquisitivo

Leonard Beard

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Oriol Amat

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De acuerdo con el Eurobarómetro, la inflación es ahora el tema que más preocupa a los europeos. Esto se debe, sobre todo, a que erosiona el poder adquisitivo de los salarios y de los ahorros, y también provoca inestabilidad y pesimismo, aumentando el riesgo de recesión. Cómo decía Margaret Thatcher: “La inflación es la madre del paro y la ladrona invisible de los que han ahorrado”.

La preocupación actual está justificada, puesto que tenemos tasas de inflación que no se veían desde los años ochenta. Por suerte, hemos acabado el año con una inflación del 5,8%, que no es para echar cohetes, pero es mucho menos que la que teníamos hace seis meses, cuando superaba el 10%. Y, además, es de las más bajas de Europa. En los países bálticos, por ejemplo, la inflación supera el 20% anual. En cualquier caso, la inflación sigue siendo demasiado alta y para 2023, si se cumplen las previsiones, rondará el 4%, lo cual todavía es excesivo. Recordemos que el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de EEUU consideran que el objetivo de inflación tendría que ser del 2% anual.

Cuando sube la inflación acostumbra a ser por alguno de los tres motivos siguientes: hay escasez de productos, hay mucha demanda o bien hay un exceso de dinero. La inflación actual, que viene sobre todo del aumento del precio de la energía y de los alimentos; y de las restricciones en la cadena de suministros provocada por el covid-19, está provocada por una combinación de las tres causas mencionadas. Con estas tasas de inflación, hay que esperar que los bancos centrales sigan apostando por los tipos de interés altos, lo cual lo seguirá poniendo difícil a empresas y consumidores.

Pero este entorno adverso no afecta por igual a todo el mundo. Hay ganadores y perdedores. En el lado de los ganadores tenemos a las empresas de productos de primera necesidad y las energéticas, las que controlan bien los costes, tienen productos con mejor relación calidad-precio y las que pueden subir precios sin problemas. En el lado de los perdedores tenemos a las empresas con productos caros y que son fácilmente sustituibles o prescindibles. También pierden las empresas que tienen aumentos de costes, pero no pueden incrementar los precios, o las empresas endeudadas a tipos de interés variable. Y las que dependen mucho del precio de la energía también están sufriendo. Como muestra, tenemos el informe de PIMEC que alertaba hace unos meses que el 30% de las empresas había parado o reducido la producción a causa del incremento del precio de la energía.

Ante este panorama conviene recordar que, en los momentos más complicados, hay empresas que mueren, pero hay otras que salen reforzadas. Desde que en 2021 empezó a subir la inflación vemos que hay empresas que siguen creando valor. Para empezar, ponen en marcha un equipo de trabajo, liderado por la gerencia, para coordinar todas las actuaciones para hacer frente a la inflación. A continuación, reducen costes diversificando proveedores, buscando productos sustitutivos, renegociando contratos, comprando a futuro cerrando el precio ahora, rediseñando productos para reducir los componentes más caros, apostando por el teletrabajo, automatizando y digitalizando para mejorar la productividad. Pero la reducción de costes tiene límites, puesto que también tenemos que cuidar a las personas. Muchos trabajadores están perdiendo poder adquisitivo. Y, como pasa siempre, los que salen peor parados son los que tienen los salarios más bajos puesto que los productos que más suben pesan más en su cesta de la compra. Aunque sea complicado, las empresas tienen que priorizar el bienestar de su gente y esto implica que los más débiles no pierdan poder adquisitivo.

Si suben los costes podemos subir precios, pero teniendo cuidado puesto que podemos perder ventas. Por eso, hay que seguir de cerca qué hace la competencia. También podemos aplazar compras o inversiones que sean prescindibles. También podemos reducir el catálogo y concentrarnos en los productos más demandados y los que tienen más margen.

Todas estas medidas se resumen en lo que recomienda Warren Buffett: “Lo mejor que puedes hacer para protegerte del alta inflación es ser excepcionalmente bueno en algo”. No es fácil, pero no hay otro camino para seguir creando valor.

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