Artículo de Jordi Serrallonga Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

El barco mágico de sus majestades los Reyes Magos

Un viejo velero, el 'Santa Eulàlia': historia y ciencia marítimas de un país

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El barco mágico de sus majestades los Reyes Magos

Leonard Beard

"Qué le voy a hacer, si yo / nací en el Mediterráneo". Ahora que Joan Manuel Serrat se ha retirado de los escenarios, ¿quién canta nuestro himno?

Nací en Barcelona, a orillas de ese bello mar situado en medio de tierra: 'mediterraneus'. Y en otro punto del Mediterráneo, Barbate (Cádiz), nació mi gran amigo y patrón, Francisco Pacheco; citando a Walt Whitman: "O captain! My captain!". Criado en el seno de una familia de pescadores, con tan solo dos años de edad, fue uno de los miles de emigrantes que arribaron a Catalunya.

Hoy, a sus 56 primaveras, el capitán Pacheco está de guardia a bordo del pailebot 'Santa Eulàlia'; el añejo y majestuoso velero de tres palos amarrado en el barcelonés Moll de la Fusta. Me prepara un café. Nada de ron aguado pues ya no son días de abordajes –a lo Errol Flynn o 'Master & Commader'– en pos del botín. La cocina está a la sombra del palo mayor; alrededor del robusto mástil cuelga una maraña de cabos que confunden al profano, pero que los marinos llaman la tira. Precisamente, la expresión «sabe la tira» viene de aquellos veteranos navegantes que conocían al dedillo la función de cada uno de los cabos en el momento de maniobrar con el aparejo.

Doy cuenta del estimulante brebaje y escucho el relato de Francisco: un sabio lobo de mar en el que podrían haberse inspirado escritores como Jack London, Joseph Conrad o Patrick O'Brian. Quizás por ello, y aún a riesgo de profanar la memoria de Herman Melville, el susurro de una musa marina insta a que escriba mi propio 'Moby Dick'. Una historia de felices encuentros con ballenas y un patrimonio naval ¿en vías de desaparición?

Por allá los 60, en el Puerto de Barcelona operaba una flota de más de ochenta pesqueros. Los catalanes eran hábiles en el arte de arrastre, y los andaluces aportaron su experiencia en la pesca de cerco. El padre de Francisco, afincado en la Barceloneta, tenía barco propio: 'Los Pachecos', en honor a sus dos hijos. A los 12 años embarcaron como aprendices, y a los 16 ya eran profesionales. A este oficio dedicó casi dos décadas un joven Francisco que, a la vez, cursaba estudios en la Cofradía de Pescadores. Así encontró trabajo, el año 2002, como maquinista en un antiguo motovelero rescatado y recién restaurado por el Museu Marítim de Barcelona: el 'Santa Eulàlia'. Botado en 1918, y con 47m de eslora (incluyendo bauprés y botavara), es uno de los últimos veleros mercantes que navegaron por el Mediterráneo y el Atlántico. En el 2011 fue catalogado Bé Cultural d'Interès Nacional por la Generalitat de Catalunya, convirtiéndose en embajador del MMB.

Abandonar la pesca no es decisión fácil, pero cada vez el riesgo y el esfuerzo eran mayores, y menor la recompensa económica. Hoy, solo 19 embarcaciones siguen faenando. Y para dar fe de ello: Juan. Cruza la pasarela y nos estrecha la curtida mano. Es amigo de Francisco; otro marinero que dejó la pesca.

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Pacheco ascendió a segundo patrón y en 2006, con la jubilación del capitán Román, a patrón. He tenido el honor de servir bajo sus órdenes y, como le ocurriese a Charles R. Darwin a bordo del HMS Beagle, enrolarte en el 'Santa Eulàlia' supone un aprendizaje digno de la mejor universidad. De hecho, nos conocimos gracias a una iniciativa que propuse al MMB durante el Año Darwin 2009, y que se llevó a cabo con la colaboración del Museu de Ciències Naturals de Barcelona: diversas expediciones marítimas ambientadas en el siglo XIX donde, entre charla y charla sobre evolución, el pasaje y este grumete naturalista ayudamos a izar la pesada vela mayor, o aprendimos de la tripulación el uso del sextante y el gobierno de la gran rueda de timón.

El joven Cisco, la continuidad, también es uno de los patrones del pailebot. Y es que, al igual que perduran los versos del más épico poema sobre el 'mare nostrum' –Mediterráneo de Serrat–, todas las naves del Museo Flotante del MMB deben seguir surcando los mares. Es nuestro valioso e irrepetible patrimonio histórico, científico-técnico y mágico. Sin ir más lejos, cada 5 de enero, desde hace 20 años, las Reinas y Reyes Magos han sustituido los dromedarios por el 'Santa Eulàlia'. El viejo oficio de la mar y su legado son parte de un país: tres hurras por el barco mágico de sus majestades de Oriente.