Artículo de Álex Sàlmon

Los presupuestos del pañuelo

Pensé que el sentido de responsabilidad institucional reaparecería y llegaríamos a las uvas con una noticia que evidenciara el hacer político. Esta manía de pensar en positivo te la juega

El 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, y el jefe de la oposición, Salvador Illa, en el Parlament

El 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, y el jefe de la oposición, Salvador Illa, en el Parlament / FERRAN NADEU

Álex Sàlmon

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Catalunya precisa arrancar el año con presupuestos aprobados. La idea es sencilla, pero su ejecución es complicada. Como en el juego del pañuelo con el que nos divertíamos de niños, al llegar muy cerca de él, los cuerpos se detenían para ver quien era el más pillo de marcharse a la carrera sin ser tocado.

El pañuelo son los presupuestos, lo aguanta el presidente Aragonès y quienes están frente a frente son el PSC y JxCat que dudan. Desde el Govern reconocen que el acuerdo con uno puede suponer la inmediata renuncia del otro. Es un juego de vasos comunicantes de difícil gestión. Pero en estos casos lo más sencillo es pensar en quién tiene más a perder.

La política no es una ciencia exacta pero las vinculaciones son claras: JxCat hace dos días se marchó del Govern y el PSC pactó, a través del PSOE, los Presupuestos Generales en el Congreso. Claro que lo sencillo no es siempre lo fácil. Para los posconvergentes cualquier tipo de acuerdo con Esquerra significa pactar con los que están convirtiendo a los del 155 en gente de fiar. Para los socialistas catalanes, pactar con Esquerra significa llegar a acuerdos con los que condujeron al país a una situación de tensión imposible durante el ‘procés’.

Sin embargo, los presupuestos son necesarios y deben estar lo antes posible. Porque quien quiera hacer entender que un gobierno sólido se mantiene con presupuestos prorrogados es que juega al despiste. 

Durante toda la última semana del pasado año todavía pensé que el sentido de responsabilidad institucional reaparecería y llegaríamos a las uvas con una noticia que evidenciara el hacer político. Esta manía de pensar en positivo te la juega. Lo cierto es que el juego del pañuelo aguanta entre niños. Entre adultos tiene consecuencias irreversibles.

Para la Generalitat debería ser un año de tensión tangencial. Estamos en el ecuador de la legislatura. Y aunque los resultados en las municipales y en las Generales pueden provocar nervios y oportunidades, nada debería preocupar al Govern más débil de todos los que han gobernado la Generalitat, con tan solo 33 diputados, desconfianzas aparte.  

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