Artículo de Xavier Arbós

Carta abierta al Tribunal Constitucional

Hagan lo posible para redactar sus resoluciones sin filtraciones, y sin comportamientos que muestren deslealtad hacia la institución que ustedes encarnan

Fachada Tribunal Constitucional

Fachada Tribunal Constitucional / David Castro

Xavier Arbós

Xavier Arbós

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Ante todo, debo pedirles disculpas por dirigirme a ustedes de esta manera. Me amparo en las fechas en las que estamos, impregnadas aún de buena voluntad e indulgencia. Además, son días en los que todos formulamos buenos deseos para el año 2023. Yo les voy a trasladar los que he pensado para ustedes, con la esperanza de que se cumplan para bien de la ciudadanía y de quienes nos dedicamos a explicar su importante misión.

Todo nace de la constatación de que su crédito ante la opinión pública no pasa por su mejor momento. Hay encuestas que les califican por debajo del aprobado y, a juzgar por el lenguaje habitual de los medios, llevan cosidas en sus togas unas etiquetas que les califican como “conservadores” o “progresistas”. Como saben ustedes, eso no algo específico de nuestro país: de un modo u otro, los componentes de cualquier tribunal habilitado para anular una ley suelen ser identificados según sus preferencias ideológicas. El problema es que aquí hay mucha gente que se refiere a ellas como si ustedes fueran incapaces de trascenderlas y decidir simplemente en función de lo que consideran correcto según la Constitución. Se les niega la capacidad de tener una opinión jurídica propia, como si nadie fuera capaz de dejar de lado sus propias preferencias partidistas al tomar una decisión.

Me gustaría que cambiara esa percepción de su tarea. La solución no es fácil. Hay una parte de ella que nos corresponde a los que explicamos su institución y sus sentencias, pero creo que también se podría hacer algo más desde el mismo Tribunal. Cuanto mayor sea la trascendencia política de una de sus resoluciones, más inteligibles deben ser. Eso significa que, en los fundamentos que justifican sus resoluciones, los párrafos más técnicos sean acompañados de otros inteligibles para cualquier persona mínimamente cultivada. Si sus razonamientos parecen incomprensibles, siempre habrá quien los desprecie considerando que son cortinas de humo para ocultar el supuesto partidismo de la decisión. Que conste que ese esfuerzo se percibe ya, pero hay que perseverar hasta que sea una práctica normal.

Por favor, sean ustedes más claros y persuasivos para el conjunto de los ciudadanos. Saben perfectamente, como juristas de reconocido prestigio que son, que un Tribunal Constitucional siempre vive bajo la crítica de la falta de legitimidad. Su actividad les puede llevar a anular leyes aprobadas por una mayoría parlamentaria, elegida democráticamente, mientras que su composición no siempre se identifica con esas mayorías. Lo hacen en nombre de una Constitución que fue aprobada hace un par de generaciones, imponiéndola sobre una mayoría legislativa formada democráticamente hace pocos años. Por eso es importante que en sus sentencias más delicadas se justifique ante la ciudadanía, de la manera más clara posible el fallo concreto. Así, indirectamente, se justificará también la razón de ser del control de constitucionalidad de las leyes.

Eso no se conseguirá, probablemente, solo con las sentencias. La forma en que se elaboran y el grado de acuerdo que manifiesten son importantes. Lograr la unanimidad es lo ideal, porque evidencia que es posible un acuerdo basado en criterios jurídicos. En todo caso, hagan lo posible para redactar sus resoluciones sin filtraciones, y sin comportamientos que muestren deslealtad hacia la institución que ustedes encarnan. Y, de cara a la opinión pública, me gustaría que fueran más activos en la difusión de su propio papel. Me apresuro a decir que no pido verles cada dos por tres en los medios de comunicación. Como se suele decir de los jueces y tribunales en general, pienso que deben hablar por sus sentencias. Pero me temo que las mejores y más convincentes sentencias no bastarán para elevar la confianza de la ciudadanía hacia el Tribunal Constitucional. Es muy difícil confiar en una institución cuyo papel no se entiende, a diferencia de lo que ocurre con la administración de justicia. Algunos intentamos divulgarlo, pero ustedes podrían asumir un mayor protagonismo en los foros adecuados. Los guardianes de la Constitución no la defenderán bien si se quedan solos, rodeados de un público desconfiado u hostil.

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