Artículo de Ernest Folch

La extrema derecha del PSOE

Gracias al cemento del poder, Lambán, Robles o García-Page siguen perteneciendo a un partido del que no soportan a su máximo líder pero con el que no tienen la valentía de romper

La ministra de Defensa, Margarita Robles.

La ministra de Defensa, Margarita Robles. / EP

Ernest Folch

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Javier Lambán, presidente de Aragón, se descolgó en su discurso de fin de año con un categórico mensaje: la gobernabilidad de España, aseguró, depende cada vez más "de extremistas, radicales e independentistas que no aspiran más que a romper España y acabar con la Constitución". Unos días antes, Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, sobre la modificación de los delitos de sedición y malversación, dijo sentirse “dolido”, como “español y como militante” socialista, y no dudó en afirmar que “no es tolerable pactar con delincuentes su propia condena”, en alusión al acuerdo entre Sánchez y Esquerra. A pocas horas de terminar el año, la ministra de Defensa, Margarita Robles, sorprendió con un brutal ataque a la ley del 'solo sí es sí', impulsada por Irene Montero dentro de su propio Gobierno: “Quizá la ley no ha dado una respuesta adecuada”, en alusión a que la reforma legal no ha sido capaz de frenar los últimos casos de violencia machista.

¿Cuál es el común denominador de estas tres extemporáneas declaraciones, aparte del hecho de que se han producido en un lapso muy pequeño de tiempo? Pues que las tres son de tres cargos socialistas muy relevantes (dos presidentes autonómicos y una ministra) que atacan sin ningún tipo de rubor al gobierno que les tocaría defender. No es por supuesto ningún hecho aislado, puesto que los tres acumulan múltiples antecedentes. García-Page despotrica indisimuladamente desde hace tiempo de la distensión de Sánchez con el independentismo, y Lambán llegó a afirmar hace pocas semanas que “mejor le hubiera ido a España si Sánchez no hubiera liderado el PSOE”. En el ‘caso Pegasus’, Robles justificó las escuchas a líderes independentistas que escandalizaron a Europa preguntándose: “¿Qué tiene que hacer un Estado cuando alguien declara la independencia?” Lo cierto es que tanto Robles como Lambán o García-Page se han convertido paradójicamente en héroes de la extrema derecha mediática, que ve cómo unos presidentes autonómicos y una ministra les hacen el trabajo sucio de erosionar al gobierno o al partido desde dentro. No parece casual que sea justamente la derecha la que se enamore de ellos: sus verbalizaciones extremas sobre la unidad de España o sobre Podemos son exactamente las mismas que pueda tener, como mínimo, el PP.

No es por supuesto la primera vez que el PSOE tiene en su interior extremismos de derecha (sirva de ejemplo el enloquecido viaje de Joaquín Leguina hacia el ayusismo que le valió la expulsión del partido), pero sí es significativo que de manera abierta tantas figuras relevantes se posicionen en contra de la estrategia de su propio presidente. Lo que es innovador, una vez más, es la manera de afrontar este connato de rebelión del propio Pedro Sánchez, que apenas los nombra en público, sabedor de que es tan cierto que el flanco derecho quiere erosionarlo como que no tiene fuerza suficiente para tumbarlo. Y es que hay días en que puede sospecharse legítimamente, cuando se oye a una ministra arremeter contra una ley impulsada por Podemos, que personajes como Robles son caballos de Troya de los que deberían ser sus rivales políticos y que sin embargo aparecen como sus aliados. En cualquier caso, Robles, Lambán o García-Page son las últimas incorporaciones al club más folclórico de la política española: la extrema derecha del PSOE, que bien podría militar en el PP, o incluso más allá, y que gracias al cemento del poder, siguen perteneciendo a un partido del que no soportan a su máximo líder pero con el que no tienen la valentía de romper.

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