Ione Belarra

La ministra que estaba hasta el coño

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, el pasado día 13.

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, el pasado día 13. / Europa Press / Eduardo Parra

Albert Soler

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Dice la ministra Ione Belarra que Charo está “un poquito hasta el coño de hacerlo todo”. De esta manera tan gráfica explicaba la titular de Derechos Sociales no sé qué campaña navideña de igualdad. La campaña da igual, lo que interesa son las palabras de toda una ministra, “hasta el coño”, que suenan como si un ministro declarara estar hasta la polla del incremento de los precios, de la guerra de Ucrania o de tener que aguantar a Podemos en el Gobierno. De hecho, la auténtica campaña son las declaraciones de Belarra, el video de Charo no era más que un pretexto para que la ministra pudiera decir “hasta el coño”, que es lo revolucionario. Al parecer, hay un feminismo, en el que milita Belarra, que intenta que las mujeres se igualen a los hombres, pero por abajo, el ejemplo a seguir no son los hombres que ante un contratiempo están cansados, ni siquiera los que están hasta la coronilla de una situación, sino los que aseguran estar hasta la polla. Llegar a ser como estos es el objetivo de las mujeres como la ministra, y en ello se afana la buena mujer.

Debe ser por eso que otra de las aspiraciones femeninas alentadas desde el ministerio fue la de llegar a casa sola y borracha, igual que los hombres que empinan el codo sin mesura, no como los nenazas que no beben o, peor aún, que beben poco. Cuanto más basta y soez sea una mujer, cuanto más sucio su comportamiento y su lenguaje, más feminista será, nos asegura la ministra, y no seré yo quien la contradiga en temas de zafiedad. Los hombres educados, los bienhablados y los instruidos, no deben ser el modelo de la mujer. Hasta el coño, y no se hable más.

Pudiendo asemejarnos a lo peor de los hombres, para qué esforzarnos intentando ser como los mejores, es el mensaje gubernamental. Hablar y comportarse como un gañán de barra de bar es mucho más fácil que hacerlo como un académico, está al alcance incluso de la ministra, y además empodera cosa fina. Ione Belarra no debe dejar aquí su magisterio para mujeres del siglo XXI, en próximas comparecencias ha de soltar cuescos en público, eructar sonoramente después de vaciar de un trago una botella de cerveza y rascarse a dos manos la entrepierna, que esas cosas las hacen los hombres que le sirven de ejemplo. Y no olvide hurgarse la nariz sin pudor, puede que ahí dentro se halle el secreto de la igualdad entre hombres y mujeres. Todo ello, sin perjuicio de lanzar piropos en las ruedas de prensa como si estuviera en lo alto de un andamio.

-Guapetón, que con ese paquete deberías trabajar en Correos y no de cámara en TVE.

Poniendo como ejemplo a bastos y patanes, Ione Belarra nos manda el mensaje de que son estos los hombres de verdad, y no los que antaño cedían el paso a la mujer o pagaban la cuenta. No sé cómo casa lo de, por una parte, reclamar que los hombres respeten a las mujeres y, por el otro, tomar como ejemplo a los más irrespetuosos, será cosa de la nueva política. Simone de Beauvoir consiguió equiparse a Sartre y Camus, e Ione Belarra a un tronista de Tele 5. Cada cual según sus capacidades.

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