Artículo de Núria Agell

Hacia una IA centrada en las personas

Debemos ir hacia una inteligencia artificial que mejore nuestras capacidades y nos sitúe en el centro de la evolución tecnológica

Tefi, el perro robot para personas con dependencia.

Tefi, el perro robot para personas con dependencia. / LORENZO PLANA/CSIC

Núria Agell

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La inteligencia artificial aporta cambios increíbles a nuestra sociedad. En la educación, la medicina, las empresas, los bancos... Los rápidos avances de la inteligencia artificial están transformando nuestras vidas. Actualmente encontramos robots quirúrgicos basados en IA, sistemas recomendadores de productos de todo tipo –que, incluso, nos ayudan a buscar los mejores regalos basándose en el perfil de nuestros amigos–, sistemas financieros que permiten realizar predicciones muy cuidadosas; incluso, sistemas inteligentes que nos pueden escribir textos basándose en nuestros intereses. Vivimos rodeados de sistemas inteligentes a los que podemos pedirles, hablando, que abran las puertas de casa o mantengan la temperatura adecuada. Inteligencia artificial que conecta nuestros teléfonos inteligentes con la alarma o puerta de nuestro domicilio, que nos hace la lista de la compra, que nos avisa cuando el coche está cargado y que nos ayuda a buscar el camino que hemos seguir para movernos por una ciudad desconocida. Más allá de esto, se intuye que la inteligencia artificial puede traer avances todavía inimaginables. Tenemos buenas teorías, y las mejoras en los procesadores y la ampliación de la capacidad de almacenamiento de datos hará que la IA nos aporte soluciones en situaciones que casi nadie espera.

Sin embargo, es bien conocido que todos estos cambios relacionados con la inteligencia artificial incluyen muchos riesgos. Desde riesgos asociados a la privacidad de los datos personales a la falta de transparencia, la proliferación de noticias falsas, la potenciación de los sesgos existentes en nuestra sociedad y el crecimiento de las desigualdades. Y –cómo no decirlo– riesgos en la automatización armamentista.

Pero, ¿qué se está proponiendo para evitar estos problemas? ¿Hacia qué dirección debe avanzar la inteligencia artificial? Lo que proponen los científicos es una IA centrada en las personas, una IA que potencie nuestras capacidades tanto a nivel de automatización de las tareas rutinarias como a nivel de la toma de decisiones. Es decir, debemos ir hacia una inteligencia artificial que no reemplace a las personas, pero que mejore nuestras capacidades y nos sitúe en el centro de la evolución tecnológica. Una inteligencia artificial abierta, basada en una clara legislación y que contemple el desarrollo de técnicas que permitan encriptar los datos personales y trabajar de forma segura. Una inteligencia artificial que ayude a la humanidad a innovar y desarrollar estrategias y soluciones más claras a los retos que tenemos planteados.

Todo esto solo se conseguirá cuando las personas, empresas e instituciones se hagan responsables de los sistemas inteligentes que utilizan y partícipes del diseño de los productos basados en inteligencia artificial. Además de ser capaces de introducir en estos sistemas inteligentes, no solo sus preferencias o intereses, sino también los valores éticos, sociales y de sostenibilidad que queremos que nuestra sociedad mantenga.

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