Artículo de Jordi Serrallonga

Fauna catalana en recesión

La reducción de la biodiversidad es una crisis que puede sumergirnos en la más terrible de las miserias

Tritón del Montseny

Tritón del Montseny

Jordi Serrallonga

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¿Qué pasaría si mañana leemos que la economía ha sufrido una recesión del 24%? Primero desearíamos estar dormidos y que todo fuese una pesadilla. Después, verificada la información, nos invadiría el pánico.

En cambio, ¿cómo reaccionar al leer que Catalunya ha perdido casi un cuarto de su fauna salvaje? ¿Con pánico o indiferencia? Se trata de datos contrastados y no una quimera. El informe de l'Observatori de Patrimoni Natural i la Biodiversitat alerta que, en el transcurso de las dos últimas décadas, la población de animales salvajes ha disminuido en un 24%. Esta recesión faunística es una crisis que nos sumerge en la más terrible de las miserias; y es que la calidad y esperanza de vida del 'Homo sapiens' va ligada a otros seres.

¿En Catalunya dimos y seguimos dando la espalda a la naturaleza? Las Galápagos cuentan con icónicos endemismos: tortugas gigantes, iguanas marinas, cormoranes no voladores...Y en Australia destaca otra zoología insular: ornitorrincos, canguros, koalas... Al igual que el gorila de montaña y la ballena azul, todas ellas son especies visibles que, al peligrar su número, es lógico que hoy despierten la reacción de científicos, conservacionistas, activistas y autoridades políticas. Por el contrario, y centrándonos en casa, ¿qué ocurre con el tritón del Montseny? A diferencia del oso panda, el elefante o la orca, la mayoría de catalanes no sabe mucho acerca de este amenazado anfibio. ¿Falta divulgación? Tanto es así que, cuando las instituciones públicas apostaron por la salvación del único vertebrado endémico de Catalunya, sucedió algo notorio. Muchos paladines que, por intereses varios, acudieron al rescate del animal patrio no disimularon su decepción al comprobar que se trataba de un minúsculo (¿insignificante?) bicho. Carecía de atractivo para alegóricas campañas apoyadas en peluches o adhesivos capaces de rivalizar con ítems ganaderos reconvertidos en marcas nacionalistas: el ruc català, el toro español o 'le coq français'.

Y es que el tritón del Montseny, para sorpresa de los que acaban contemplándolo dentro de un terrario antes de su reintroducción, ni tan siquiera luce una elegante silueta negra salpicada de llamativas manchas amarillas; esas son las salamandras. Nuestro tritón es un delgaducho y alargado cuerpo de color marrón.

Entonces, si ya cuesta ponernos de acuerdo para proteger al único vertebrado endémico del país, imaginemos lo difícil que es llamar la atención sobre el resto de criaturas que, al desconocerlas, continúan siendo invisibles para un buen número de catalanes. Por ejemplo, la abeja solitaria, responsable de la polinización de muchas especies vegetales. Otras son visibles pero incomprendidas y diezmadas: los murciélagos y serpientes que siempre nos han mantenido a salvo de plagas y enfermedades. Cabe añadir al resto de seres terrestres, a los que surcan el cielo y a la siempre amenazada biología que esconde el Mediterráneo.

Debemos actuar antes de que nuestra fauna solo quede preservada en los museos de ciencias naturales.

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