Artículo de Rafael Vilasanjuan

Tiempos difíciles

Mas que buscar caminos hacia una post-democracia, la polarización apunta a algo que conocemos muy bien, el autoritarismo y, en su peor expresión, la deriva totalitaria

El expresidente de Perú, Pedro Castillo.

El expresidente de Perú, Pedro Castillo. / EL COMERCIO / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO

Rafael Vilasanjuan

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Cuando Alemania cayó en el nazismo, Winston Churchill lanzó su máxima de que la democracia era el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás. Viendo lo que ha ocurrido esta semana en Perú y sobre todo en Alemania, parece como si avanzáramos hacia el pasado. Mas que buscar caminos hacia una post-democracia, la polarización apunta a algo que conocemos muy bien, el autoritarismo y, en su peor expresión, la deriva totalitaria.

Es un fenómeno preocupante. Afecta por igual a movimientos de izquierda y de extrema derecha, en países ricos y economías menos desarrolladas. Lo que ha ocurrido en Perú y Alemania es distinto, pero en ambos casos hay un descontento social con el que se juega para romper equilibrios. En Perú, el presidente Pedro Castillo, acosado por las elites, intentó anular las garantías democráticas para consolidarse de manera ilegitima justo cuando se iba a votar una moción de censura contra él. No ha prosperado, pero genera una nueva fractura social con un sector de la población que no consigue salir de la exclusión. En un momento en que Latinoamérica bulle hacia la izquierda desde Chile a México, Brasil o Colombia, con Perú amenazando a la deriva venezolana avanza el temor a que una parte de este continente ahora progresista, sucumba al populismo mas excluyente.

En Alemania ha ocurrido a la inversa, en este caso es la ultraderecha con reminiscencias nazis quien aprovecha el descontento. La punta del iceberg de un ultranacionalismo de derechas que en Italia no reniega del fascismo, en España del franquismo y en Alemania del nazismo. Viven de la polarización identitaria, la más peligrosa porque tiene el mayor potencial de convertirse en tóxica. La deriva ultraconservadora empezó con el asalto al congreso americano, pero ahora aquí amenaza a toda Europa. Una razón para volver a recordar a Churchill y reivindicar en tiempos difíciles que la democracia sigue siendo el único sistema que funciona para que nadie pueda imponer de manera autoritaria su programa.  

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