Caleidoscopio

A subasta

Media España mengua mientras el resto crece y discute exigiendo más, como esas familias en las que unos se lo llevan todo sin importarles lo que a los demás les pase

Catedral Sevilla

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Julio Llamazares

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En su pretendido afán descentralizador y de articulación territorial de un país cada vez más desequilibrado e injusto, el Gobierno de España acaba de conceder dos agencias estatales de nueva creación, la Agencia Espacial Española y la de Inteligencia Artificial, a dos ciudades de dos provincias que, fuera de estar en la periferia, no son las más necesitadas de ello: Sevilla y A Coruña. No Huelva y Lugo u Ourense y Jaén, Sevilla y A Coruña, que son la cuarta y la duodécima de España en población respectivamente. Si alguien pensaba que lo que haría el Gobierno era favorecer a las provincias más pobres y despobladas ya tiene la demostración de que eso no será así. Por el momento, en el proceso “reequilibrador” del país, la España llena gana por goledada a la vacía.

Curiosamente, no obstante, los territorios que más se han rasgado las vestiduras al conocer los nombres de las ciudades favorecidas con la concesión teledirigida y graciosa de esas dos agencias que crearán miles de puestos de trabajo y le darán un impulso suplementario a las economías de Sevilla y A Coruña (a las de León o Guadalajara, que también aspiraban a ellas junto con otra veintena, las habría salvado de su agonía directamente) son los que más posibilidades tienen, comenzando por la capital, Madrid, la provincia más rica y poblada de España, pero cuya presidenta aún ambiciona más, por lo que cualquier descentralización de organismos públicos la toma como una afrenta en un entendimiento cuando menos cuestionable de su tan cacareado españolismo, que al final no es más que un madrileñismo disfrazado con banderas no muy distinto del catalanismo o el andalucismo de otros dirigentes autonómicos. Así que no es de extrañar que el resto también se queje, unos porque aspiraban a más, como el presidente andaluz (que, al tiempo que se alegraba de que la Agencia Espacial Española fuera a parar a Sevilla, se lamentaba de que la de la Inteligencia Artificial no se le hubiese dado a Granada, que la merecía más que otras según él) y otros porque se quedaron sin nada en una subasta en la que, según los perjudicados, las cartas ya estaban marcadas desde el principio para favorecer a ciudades gobernadas por alcaldes del mismo color político que el gobierno adjudicador; algo que seguramente es cierto, pero de lo que quienes menos se pueden quejar son los que más lo hacen, puesto que las autonomías a las que pertenecen esas dos ciudades, y que también se favorecerán de su implantación en su territorio, están gobernadas por el principal partido de la oposición. Habría que oírles si también fuera al revés…

Al final, los que más motivos tendrían para quejarse y que también lo han hecho a su modo, esto es, sin capacidad de hacerse escuchar apenas, puesto que nadie les hace ni caso porque sus votos cuentan muy poco salvo el de Teruel Existe (que ha llevado a los tribunales la decisión del Gobierno por considerarla algo así como el fallo del Premio Planeta de Novela), son los que seguirán soportando en sus carnes una discriminación política y económica que se repite legislatura tras legislatura, da igual el partido que gobierne, tanto a nivel nacional como regional. Porque lo que ha hecho el Gobierno es lo que hacen día a día esos gobiernos autonómicos que ahora se quejan de que aquel les margine y olvide cuando ellos hacen lo mismo dentro de sus territorios. Y, mientras tanto, media España mengua mientras el resto crece y discute exigiendo más, como esas familias en las que unos se lo llevan todo sin importarles lo que a los demás les pase.