Artículo de Joan Tardà

Un 'compromesso storico' ineludible

ERC y PSC deben desprenderse de prejuicios y poner al alcance de la ciudadanía un debate vivo sobre cómo catalanes independentistas y no independentistas construimos soluciones que interpelan a una mayoría de ciudadanos a refrendarlas

Salvador Illa escuchando al 'president' Pere Aragonès en un debate en el Parlament

Salvador Illa escuchando al 'president' Pere Aragonès en un debate en el Parlament / FERRAN NADEU

Joan Tardà

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Que el republicanismo haya conseguido, con la modificación del Código Penal, limitar parcialmente la capacidad represiva del Estado español ha sido un éxito de Esquerra Republicana como también lo ha sido para el Gobierno español, porque le ha permitido, con las cuentas presupuestarias aprobadas, allanar el camino para llegar al final de la legislatura. Que la mayoría parlamentaria de la investidura del presidente español se haya consolidado dificultará que PP y Vox puedan lograr suficiente mayoría parlamentaria como para que PSOE y Unidas Podemos sean expulsados de la Moncloa. De igual manera, que el Gobierno catalán consiga sacar adelante los presupuestos de la Generalitat reforzará la voluntad republicana de anclarse, a pesar de vivir instalada en una reducida mayoría parlamentaria, en la centralidad del tablero de la política catalana. Dicho en otras palabras, ir convirtiendo en exitosa una estrategia basada en el objetivo de profundizar los cimientos de la construcción de una salida autodeterminista del conflicto entre España y Catalunya.

Diálogo y negociación que podrán hacer su camino en los próximos años si en Madrid se mantiene la actual correlación de fuerzas y en Barcelona el independentismo pragmático continúa apostando por la búsqueda de grandes mayorías transversales favorables a un referéndum pactado. Pasos que requerirán tiempo y capacidad de entendimiento para avanzar en la democratización de aparatos estatales que permitan proseguir en la 'desjudicialización' y poner aceite en los engranajes de la mesa de diálogo, con el fin de que en la próxima legislatura, una vez que el socialismo ya no pueda retrasar más poner encima de la mesa su propuesta alternativa, puedan encararse fórmulas concretas relacionadas con la resolución política.

Por otra parte, la necesaria aprobación de los presupuestos españoles y catalanes con los votos conjuntos de ERC y PSOE/PSC pone en valor el recorrido hecho hasta ahora por unos y otros. Una fase llena de dificultades que tendría que espolear a los dirigentes políticos socialistas españoles a asumir el profundo arraigo, en Catalunya, del derecho a decidir y a los independentistas a desterrar rencores y frustraciones provocadas por la represión. Al final, el socialismo continúa sufriendo el asedio de las derechas españolas, atribuyendo a su Gobierno la condición de ilegítimo por haber pactado con el independentismo catalán y vasco, por haber transitado desde la voluntad de entendimiento frustrado de Pedro Sánchez con Albert Rivera hasta el escenario actual de derogación de la sedición y por haber reconocido ante la comunidad internacional la existencia de un conflicto político entre España y Catalunya, hasta entonces negado y circunscrito a la afirmación de que tan solo había una profunda desavenencia entre catalanes. En paralelo, el republicanismo continúa sufriendo la carencia de acompañamiento de Junts y de la CUP, organizaciones secuestradas por la incapacidad de asumir que, del mismo modo que es inviable una España que pretenda retener a Catalunya por la fuerza, la independencia no es posible contra los catalanes que no son independentistas.

En definitiva, si una hipotética resolución democrática del conflicto está directamente relacionada con la permanencia de las izquierdas en el Gobierno de Madrid y con la capacidad del independentismo para condicionarlo, no tiene ningún sentido que en Catalunya ERC y PSC no encaren el reto de hacer compatible la ineludible competitividad con la colaboración. Reto gigantesco, ciertamente, atendiendo al hecho de que ambas fuerzas pretenden la hegemonía. Cometerían, en cambio, una gran irresponsabilidad si los unos se acobardaran por miedo a perder apoyos independentistas y los otros optaran por no presionar a sus compañeros españoles de partido a intensificar una 'desjudicialización' todavía insuficiente y por el regate corto del ir tirando, con la revalidación de pactos oportunistas con Junts por Catalunya como los hasta ahora llevados a cabo en la Diputación de Barcelona y en los consejos comarcales.

Construir una solución democrática y progresista del conflicto obliga a ERC y PSC a desprenderse de prejuicios y poner al alcance de la ciudadanía catalana un debate vivo y participado sobre cómo catalanes independentistas y no independentistas construimos soluciones que interpelen a una gran mayoría de ciudadanos a refrendarlas.

Porque tener que esperar el retorno del PP, acompañado de Vox, al Gobierno para contemplar un inevitable acercamiento entre republicanos y socialistas provoca el desasosiego de una nueva oportunidad perdida. Sobre todo, si se tiene presente el hecho que la centralidad política de las clases populares catalanas pasa, hoy en día, por Pere Aragonès y Salvador Illa.

Sobre ellos recae, pues, la responsabilidad de comenzar tiempos de compromisos profundos, históricos.

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