Nuevas viejas políticas
Ni Inés Arrimadas ni Edmundo Bal eran políticos hace diez años. Las razones de los dos para gestionar la crisis galopante de Ciudadanos no les exonera de la pobre imagen que están dando
Álex Sàlmon
Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.
Hace un tiempo nacieron en diferentes zonas de España partidos que representaban a movimientos que pretendían alejarse de las formas de hacer política habituales. Se mostraban como formaciones con un nuevo estilo. Su origen se fundamentaba en hacer política para las personas y no para las estructuras internas de los partidos.
Han pasado más de 16 años desde el nacimiento de Ciudadanos, aunque su verdadera llegada a la política nacional coincidiera con la creación de Podemos en 2014. Los dos partidos aparecieron motivados por la indignación de cómo se hacían las cosas. Ciutadans, a causa de 25 años del nacionalismo que imperó en Catalunya y Podemos, por la necesidad de una regeneración. Los dos se presentaron al poco tiempo de nacer y los dos entraron en las instituciones que convocaban elecciones: los parlamentos catalán y europeo. Un amor a primera vista.
Observando la rueda de prensa de Inés Arrimadas el lunes, dando explicaciones razonables sobre cuestiones de política interna o viendo las zancadillas continuas de Pablo Iglesias a Yolanda Díaz, vía ministra Montero o no, resuenan todas las conversaciones con aquellos líderes 'jasp' (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados) llenas de inocencia y naturalidad, y se descubre una traición a sus principios.
Puede que no sea culpa de ellos. Que ni se percaten del ridículo tremendo que hacen ante los que tienen memoria histórica, pero la vergüenza escénica es muy evidente y tiene poco remedio.
En el caso de C’s, ni Arrimadas ni Edmundo Bal eran políticos hace diez años. Las razones de los dos para gestionar la crisis galopante de Ciudadanos no les exonera de la pobre imagen que están dando.
Es evidente que no comparten las estrategias de salida de las dificultades adheridas al partido naranja desde sus profundos errores del pasado. Pero las batallitas y trifulcas internas de su partido no les interesan ni lo más mínimo a aquellos más de cuatro millones de votos de 2019 o al millón y medio posterior. Ni a esos.
De seguir así demuestran que ni una ni el otro están capacitados para sacar al 'ciudadanismo' del pozo donde se metieron.
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