Gárgolas | Artículo de Josep Maria Fonalleras

VPJ y la trama perfecta de los Kennedy

Él mismo se nos enseña a través de la historia maldita de los Kennedy que le persiguió, le iluminó y le fascinó durante toda su vida

Kennedy y Jacqueline, en 1961.

Kennedy y Jacqueline, en 1961.

Josep Maria Fonalleras

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Vicenç Pagès Jordà (VPJ) decía que hay dos tipos de escritores: “Los que, mientras escriben, se van desnudando y los que se visten”. En su última obra –'Kennedyana' (Folch&Folch)– consigue el prodigio de ser, a la vez, estos dos escritores, porque él mismo se nos enseña a través de la historia maldita de los Kennedy que le persiguió, le iluminó y le fascinó durante toda su vida, y porque a través de la trama de la fascinante familia norteamericana construye un artefacto que no nos habla de VPJ, sino de todos nosotros, los que hemos sido "precedentes, contemporáneos o epígonos" de la estirpe que fue “el último mito de la modernidad”. Ante todo, una consideración previa. Este es el libro póstumo de Pagès, que murió en agosto, pero, como deja claro su editor Ernest Folch, no es un invento editorial a partir de cuatro hojas desgarbadas encontradas en un cajón. El escritor de Figueres trabajó hasta el último momento, en el hospital, en la corrección de 'Kennedyana' e incluso intervino en los detalles de la cubierta, con una foto de Jack y Jacqueline que es toda una declaración de intenciones de la poética que empapa este singular invento narrativo. Es, pues, un trabajo acabado y pulido por sí mismo, un mecanismo calculado hasta el último detalle. Vicenç Pagès era así, meticuloso y fértil, aseado y proteico.

En la instantánea de Yale Joel, que había fotografiado muchas escenas íntimas del presidente y de su esposa para la revista 'Life', dos operarios arrastran por una calle de Nueva York a dos maniquíes de tamaño natural de la pareja. El escritor no eligió una imagen de los Kennedy reales, sino esa representación ficticia, una recreación. Es lo que él hace en el libro. Pagès lo sabía todo de una familia que fue una real dinastía real, pero no nos ofrece esa realidad, sino una relectura literaria. Es decir, una voluntad metatextual a partir de las efemérides precisas (sobre todo las trágicas, sobre todo el momento culminante de todo el relato: el asesinato en Dallas) y de toda la constelación de hechos, derivadas, urdimbres y entramados que se generan a partir de la historia, con rodeos e “infinitas geometrías del amor, los celos y el odio”.

Parte de la obsesión por los Kennedy para configurar un vademécum que es una mezcla insólita de las revistas del corazón, la crónica política, la cultura pop y las poéticas de Horacio o Aristóteles. Todo ello, pasado por la criba de la sabiduría narrativa. Una trama perfecta, "porque no se acaba nunca".

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