Ágora

El ‘Mogambo’ de Irene Montero

Señora ministra, coja una excedencia urgente de la política y descanse algunos años, preguntando, escuchando y reflexionando antes de regresar

Irene Montero.

Irene Montero. / EFE

Anna Balletbò

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Señora Montero, dudaba si debía escribirle y al final he creído que le podía ser útil, y como es ministra, hace leyes y toma decisiones, igual nos podíamos ayudar también a nosotros y sobre todo a nosotras mismas.

La responsabilidad de gobernar en una democracia va mucho más allá de lo que suele pensarse. Gobernar no es, por supuesto, un juego de imposiciones arbitrarias, es principalmente una arquitectura de consensos, que hay que saber gestionar en lo esencial sin traicionar las propias ideas pero teniendo presente que la pluralidad de los gobernados debe ser respetada. Hay leyes que son de obligado cumplimiento, las de hacienda, por ejemplo, otras se enzarzan profundamente en los corazones y las vivencias de las personas y en la fe religiosa, por ello hay que ser cautos en imposiciones y poco apresurados en las ejecuciones. Créame, cuando muchas feministas le discuten aspectos de la ‘ley trans’ o de la ley ‘solo sí, es sí’ que ha impulsado, no lo hacen con afán de llevarle la contraria, no arrugue el ceño, todas hemos tenido su edad, lo hacen porque la experiencia vital y en muchos casos parlamentaria nos indica que hay decisiones que tienen consecuencias irreversibles y la cautela es recomendable por responsabilidad. La prepotencia es mala consejera, y escuchar opiniones de personas reconocidas como expertas, recomendable, en especial cuando una está recién llegada al campo legislativo y tiene la mirada en lo inmediato, sin proyectar las consecuencias que pueden derivarse de toda acción de gobierno. Las leyes no se hacen para aprobar un examen, se hacen para ser aplicadas y se aplican sobre la ciudadanía, afectando para bien o para mal sus vidas. 

Reconozca que usted sola ha montado un ‘Mogambo’ de mil demonios (recuerde, ‘mogambo’ significa pasión en suahili). En la película de John Ford, la acción desmesurada de los censores franquistas en el doblaje consiguió convertir un adulterio en un incesto. La esposa adúltera del antropólogo, Grace Kelly, se lía con el cazador Clark Gable y el doblaje la convierte en hermana de su marido. Ford la estrenó en Argentina en 1952, cuando en los círculos militares se conspiraba contra Perón. Preguntando a los funcionarios del gobierno, la respuesta era siempre: deben ser los gorilas, evocando los gorilas de ‘Mogambo’. A pesar de la intención peyorativa, la palabra ‘gorilas’ acabó siendo elogiosa y definió a los militares progresistas que la reivindicaron con orgullo.

Tenga cuidado, ministra, de no tachar de gorilas a los representantes del poder judicial, que deben enmendar su error evitando que gracias a su ley abusadores y violadores vean reducidas sus penas. Y espere, que desaguisados traerá la ‘ley trans’, como ha sucedido en Inglaterra. Allí advierten de una explosión de casos que han pasado de 210 derivaciones en 2015 a 3.585 en el presente ejercicio. Señalar el escándalo médico producido y la cantidad de familias de menores hormonados y operados pidiendo responsabilidades. El experto en psiquiatría y salud mental Celso Arango opina que el incremento de niños y adolescentes que sienten que su género no es congruente con el sexo asignado en el nacimiento es algo vírico y contagioso, como lo fueron las palabras ‘casta’ o ‘caspa’, que al parecer han desaparecido por transformismo de los promotores o tratamiento capilar masivo desde que están ustedes en el gobierno. Mi consejo, señora ministra, es que coja una excedencia urgente de la política y descanse algunos años, preguntando, escuchando y reflexionando antes de regresar. La sentará bien a usted y a muchos ciudadanos españoles.