Ágora

Ladran, luego la caravana avanza

No debemos perder el punto de vista. No solo existe una alternativa al modelo neoliberal que gestionó la crisis financiera de 2008, sino que estamos demostrando que funciona

Irene Montero, en la sesión de control al Gobierno

Irene Montero, en la sesión de control al Gobierno / JUAN CARLOS HIDALGO / EFE

Joan Mena

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Dice el proverbio chino que hace más ruido un árbol cuando cae que un bosque mientras crece. Y sobre esa máxima entendemos el espectáculo bochornoso que estamos viviendo últimamente en el Congreso de los Diputados. No se trata de algo novedoso, pero sí ha alcanzado unas dimensiones nunca vistas anteriormente y se han traspasado líneas rojas que deberían ser básicas en democracia. Ese ruido, no obstante, tiene responsables y responde a una estrategia política bien diseñada, cuyo objetivo es generar desafección ante la ciudadanía y opacar los logros sociales y plurinacionales que el Gobierno de coalición ha conseguido recientemente. Aunque cueste, porque aguantar los gritos y las provocaciones de quien debería ser compañero de escaño es una tarea complicada, es necesario coger aire y hacer el esfuerzo de separar el grano de la paja. 

En primer lugar, la derecha más reaccionaria ha convertido a la ministra Irene Montero, mujer, joven y de clase trabajadora, y a la agenda del Ministerio de Igualdad en la diana de sus ataques políticos. La derecha ultra y la ultraderecha utilizan los avances del feminismo y la figura de Montero como saco de boxeo contra el Gobierno de coalición. Pero nuestra responsabilidad es no quedarnos en el dedo y analizar la luna. Porque los ataques a la ministra de Igualdad son la cara de una moneda cuyo reverso es una estrategia más amplia de difamación y desprestigio de las instituciones, para mover los términos del debate a un rincón oscuro donde solo puede crecer la antipolítica a base del cinismo, los bulos y los insultos. Cuanto más se grite en el Congreso, cuanto más se insulte a los ministros, cuanto más se mienta descaradamente, menos se habla de la acción del Gobierno y más abono habrá para que crezca la antipolítica que tanto necesitan los ultras. 

No es casualidad que, tras meses de declive electoral en las encuestas y la pérdida de protagonismo del partido de la antipolítica, Vox, este decida iniciar una batalla para ver quién insulta mejor, haciendo crecer los decibelios del Congreso para ensordecer el debate de contenido político. No es una coincidencia que esto ocurra mientras se ha demostrado la efectividad de topar el precio del gas, mientras España presenta la inflación más baja de toda la Eurozona, mientras el paro y la temporalidad siguen bajando o mientras se han aprobado los terceros presupuestos del Estado consecutivos en tiempo y forma. Esta estrategia del ruido capitaneada por Vox, está siendo seguida también por el general Feijóo, que ya tampoco habla de ‘timo ibérico’ porque la realidad ha silenciado sus argumentos. Cuando no tienes mensaje político que trasladar, gritas. Cuando no tienes propuesta que confrontar, insultas. Es evidente que los que creemos en la política como herramienta para mejorar la vida de la ciudadanía, y este Gobierno lo es, nos movemos mejor en un escenario nítidamente social y económico que en el del ruido que intentan instalar las derechas. 

Sus insultos e improperios son una cortina de humo para no hablar del esfuerzo que las mayorías parlamentarias progresistas y plurinacionales estamos llevando a cabo para evitar que la crisis de la inflación dañe a la mayoría social de este país. Y también observamos que la derecha adolece cuando se le coloca entre la espada y la pared a la hora de votar el impuesto a la banca y a las eléctricas, y no cuando confrontan términos como ‘fascismo’ o ‘filoetarras’ en la tribuna. 

No debemos perder el punto de vista. Hoy no solo existe una alternativa al modelo económico neoliberal que gestionó la crisis financiera de 2008, sino que estamos demostrando que funciona. Y es justamente en el laboratorio de la derecha, la Comunidad de Madrid con Ayuso al frente, donde se está volviendo a abrir una ventana de oportunidad para combatir los recortes ideológicos y exigir una sanidad pública más fuerte, al servicio de todas. Ante un escenario económico de horizonte positivo y una falta de alternancia realista, las derechas se han subido al monte de la mala educación y de la violencia política. Y esta se ha convertido en la prueba más irrefutable del nerviosismo y de la irrelevancia de los adversarios políticos. 

Gritan porque no tienen soluciones. Hay que responder a esta estrategia con otra estrategia igual de clara: si ellos pretenden ganar la competición del insulto, nosotros ganaremos la de los derechos. A la derecha se la combate con más derechos. Hay que denunciar su intento de degradar la vida política, pero sin perder de vista y poner en valor nuestras conquistas. Ladran, luego la caravana avanza.