Limón & vinagre | Artículo de Josep Cuní

Iván Espinosa de los Monteros: más que un portavoz

El correoso portavoz de Vox habla seguido porque tiene respuesta para todo sin alterar tono ni compostura

Ivan Espinosa de los Monteros       David Castro

Ivan Espinosa de los Monteros David Castro / David Castro

Josep Cuní

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Error estratégico de primera magnitud. Así calificó Macarena Olona la crítica personal de la diputada de Vox, Carla Toscano, a la ministra Irene Montero. Fue la gran polémica política de la semana pasada que sigue viva porque la capacidad de propaganda que tiene la derecha extrema tensando cuerdas y alterando ánimos hasta la exasperación es directamente proporcional a la que tiene determinada izquierda de contestar sus provocaciones. Lejos de serenarse y dejarse llevar por aquello de que no insulta quien quiere sino quien puede, los unos y los otros avalan que los extremos, más que tocarse, se necesitan.

Lo estamos viendo en el día a día del gran despropósito en el que la política insiste en caer. Arrastrada por la necesidad de no perder el protagonismo, ampliando sus burbujas impermeables a través de las redes, buscando el titular a cualquier precio, necesita foco y amplificación porque la indiferencia ciudadana aumenta, las encuestas se suceden, marcan tendencias –o eso dicen– y se consideran indispensables para posicionar el voto indeciso para mantener, alcanzar o ampliar el poder. Elemento decisivo que hoy puede estar en manos de la parte más cabreada de la sociedad. Por eso, la resentida exdiputada de Vox, ninguneada por sus antiguos compañeros, dijo en voz alta lo que pudo pensar cualquier ciudadano no alineado con la ministra de Igualdad. Que con la provocación, el partido de Santiago Abascal convirtió al cargo cuestionado en heroína para los suyos y superviviente para la izquierda resignada.

Algo parecido a lo que el PP está intentando con el ministro Grande-Marlaska y su defensa de la actuación policial en Melilla el pasado junio. Blindarle. Dice la norma política no escrita que basta con que la oposición pida el cese o la dimisión de un ministro, 'conseller' o concejal para que el jefe del Ejecutivo correspondiente lo mantenga. Por lo menos por un tiempo añadido. Y a veces, muchas, a su pesar. 

Pasados los días, podemos comprobar como aquella afrenta personal, machista y calculada, se ha convertido en el inicio de un intento de recuperación del protagonismo perdido por el grupo de Santiago Abascal. La insistencia parlamentaria posterior, la reacción del colectivo en el desproporcionado abandono del hemiciclo por la retirada de la palabra a otra diputada desafiante que tildó de filoetarras a los representantes de EH Bildu y la insistencia en la necesaria reciprocidad que, dicen, no se aplica a sus contrarios, ha vuelto a poner el foco sobre Vox justo cuando el PP se lo había quitado.

Las imágenes que acompañaron la asonada parlamentaria del martes, muestran la dirección sutil pero efectiva que desde la primera fila va impartiendo Iván Espinosa de los Monteros (Madrid, 3 de enero de 1971). El correoso portavoz que habla seguido porque tiene respuesta para todo sin alterar tono ni compostura, se reservó un discreto segundo plano en la rueda de prensa posterior asintiendo las palabras del líder reivindicando la libertad de expresión. Y al decir que seguirán hablando donde sea necesario, también en las calles, uno no pudo evitar el recuerdo del escalofrío que produce leer a Antonio Scurati y su imprescindible 'M. El hijo del siglo'. Cien años después algunas similitudes son inevitables. Y aunque solo lo parezcan ya es suficiente. 

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