Ficción audiovisual

Frenesí seriéfilo 'made in Spain'

Las series de televisión españolas que consiguen viajar internacionalmente, desafiando barreras geográficas, culturales e idiomáticas, ya se cuentan por decenas

Un fotograma de 'La casa de papel'

Un fotograma de 'La casa de papel' / CULTURA SERIE LA CASA DE PAPEL

Elena Neira

Elena Neira

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una banda de atracadores ocultos tras unas máscaras de Dalí asalta la Casa de la Moneda para llevar a cabo el atraco perfecto. Una profecía vinculada a las 30 monedas por las que Judas traicionó a Cristo hace temblar las plácidas vidas de los vecinos de un pequeño pueblo de Castilla. Una política ve cómo su vida profesional y personal comienza a desmoronarse tras la difusión de un vídeo sexual grabado sin su consentimiento. Un violador recién excarcelado quiere destruir la vida de la víctima que le metió en prisión, ahora inspectora de policía. Las series de televisión españolas que consiguen viajar internacionalmente, desafiando barreras geográficas, culturales e idiomáticas, ya se cuentan por decenas.

El fenómeno es relativamente reciente. Hace tan solo una década los casos en que una serie española lograba dar el salto a otro país eran anecdóticos. Casi siempre se trataba de productos de gran éxito local que seguían la fórmula de la venta del formato, no del producto emitido. ¿Qué suponía en la práctica? Que lo que se vendía era la premisa de esa serie para que en el país de acogida se desarrollase una versión propia, con caras y situaciones locales que hiciesen la historia más amigable. 'Médico de familia' es ejemplo paradigmático de esta práctica. Alemania, Bélgica, Finlandia, Italia, Portugal o Rusia fueron algunos de los países que tuvieron sus propias versiones locales, en las que la familia ni se llamaba Martín ni vivía en una población de la Comunidad de Madrid, aunque estaban sumidos en un mar de problemáticas similares a las de la célebre serie de Emilio Aragón. 

No ha llovido tanto desde entonces y, sin embargo, el cambio ha sido sustancial. La presión que tradicionalmente había ejercicio Hollywood en la dieta audiovisual del espectador ha cambiado de manera evidente con la llegada de las plataformas de 'streaming' globales. La apuesta de estos servicios por lo local comenzó con contenidos licenciados a las cadenas de televisión, muchos de los cuales consiguieron ser éxitos transfronterizos (como ocurrió con 'La casa de papel'). No necesitaron mucho más para animarse a producir ellas mismas. Esta suerte de frenesí seriéfilo 'made in Spain' se debe, en gran medida, a su apuesta por el talento local y a las fuertes inversiones económicas que han puesto en marcha en los últimos cinco años. Tiene truco. No solo invierten para conseguir el éxito aquí, sino también para conquistar otros territorios, más allá del mercado de habla hispana. Su empeño es lo que explica que ahora ni el idioma ni el origen resulten grandes impedimentos para que una serie encuentre audiencias en todo el mundo. 

El éxito de la ficción televisiva en plataformas es, en realidad, el triunfo de un modelo de distribución global que da acceso al espectador a productos que antes difícilmente llegaban a su salón. También que ahora, casi de repente, ver series de televisión españolas mole. Los fenómenos globales, en su mayoría salidos de las cocinas de Netflix, parecen haber aniquilado el menor atisbo de duda sobre la competitividad de nuestras creaciones. Las series españolas de éxito han puesto al espectador al acecho de la próxima gran historia y eso sirve en bandeja algo muy valioso: que la audiencia dé una oportunidad. Eso, en la era de la batalla encarnizada por la atención, vale su peso en oro. 

Suscríbete para seguir leyendo