Coherencia navideña
En Navidad adorno el árbol, celebro una comilona familiar, monto un belén muy multicultural al que no le faltan angelitos ni demonios y me gasto en regalos una pequeña fortuna
Care Santos
Escritora
En una reunión de compañeros de oficina alguien dice que no celebra la Navidad. Hay quien le recrimina, le compadece o intenta convencerle de su error. No es la primera vez. La persona en cuestión es Testigo de Jehová. «¿En serio eres de esos?», espeta alguien. Encontraría normal que un musulmán o un japonés no celebren la Navidad, justificaría un alegato contra el consumismo navideño de un primo hermano, pero esto rompe por completo sus esquemas.
«Es cuestión de coherencia», sigue el interpelado. Los Testigos de Jehová son, en su origen, cristianos y estudiosos de la Biblia. No celebran festividades que según ellos desvirtúan el relato bíblico. Cristo nunca habló de celebrar su nacimiento, sino de conmemorar su muerte. Y eso hacen. Cada vez parece más científicamente demostrado que Jesús no nació en diciembre, sino a mediados de octubre. La fiesta navideña se asimiló a las Saturnales romanas, con las que guarda profundas semejanzas, como un modo hábil de cristianizar lo pagano y anterior. Lo demás es algarabía, felicidad imperativa, consumismo, sensiblería y gula (todo esto lo digo yo, aclaro).
Coherencia, sí. Soy atea. Apostaté hace quince años. No creo en ningún dios, aunque practico un 'respetolicismo' profundo. En Navidad adorno el árbol, celebro una comilona familiar, monto un belén muy multicultural al que no le faltan angelitos ni demonios y me gasto en regalos una pequeña fortuna. Digo que lo hago por mis hijos, y creo que así es, pero no dejo de preguntarme qué estoy celebrando. Celebro la vida, la familia, que aquí estamos los que estamos, y nada de todo eso me parece mal. Pero a ratos la Navidad también duele, a ratos se pone muy cuesta arriba y maldita la gracia que me hace. Si pudiera pasaría el día en el sofá viendo la última temporada de 'The Crown', mientras media humanidad se empacha y finge ser feliz al lado de los suyos. Espero que nadie me pregunte por qué celebro la Navidad porque, a diferencia de la persona que ha inspirado este artículo, no sabría cómo responder sin resultar muy incoherente.
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