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Sin mujeres no hay justicia
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Nuestro compromiso con las personas tiene una prioridad clara: acabar con la discriminación que sufren las mujeres. Una lacra que tiene su expresión más dramática en la violencia que padecen y que lleva a algunos a hablar de terrorismo. Este propósito ha tomado forma a lo largo del 2022 en una serie de dossiers mensuales bajo la enseña '8-M Todo el año' que ha impulsado, empujado y mejorado mes a mes nuestra directora adjunta, Gemma Martínez. La apuesta de noviembre ha sido sobre las mujeres en la justicia y coincide con la polémica sobre la aplicación de 'la ley del sí es sí' y las acusasiones de la ministra de Igualdad, Irene Montero, calificando de machistas a los jueces. Frente a este ruido, empezamos, como siempre, por los datos recogidos en un informe elaborado por Ángeles Vázquez y Jesús Albalat. Seguimos con los testimonios que puntualizan las declaraciones de la ministra pero que abren nuevos frentes de discriminación (por ejemplo por parte de los clientes de las abogadas): Rosa María Virolés, Dolores Delgado, Olga Tubau y Cristina Ferrando. Aportamos la visión de las nuevas juezas que se preparan en la Escuela Judicial y que van a por todas. Y completamos el trabajo con un repaso a cómo aparecen las mujeres en la justicia en las series y en las películas y con la opinión de una de las primeras juristas que rompió el techo de cristal: Esther Giménez Salinas, la actual Síndica de Greuges. Una radiografía para entender más lo que ocurre con las mujeres en el ámbito jurídico y seguir avanzando en la urgente equiparación entre genéros.
El resultado final de nuestra investigación no es muy diferente al de muchos otros ámbitos: las mujeres están más que preparadas para asumir responsabilidades, pero el machismo (abrupto en ocasiones, banal en otras) les cierra el paso. No lo hace a través de las normas ni de las decisiones formales sino que lo hace en la manera de organizar los equipos, de deliberar, de ponderar los méritos o de definir las prioridades. Tenemos unas organizaciones pensadas por y para una determinada forma de masculinidad que pisotean los derechos fundamentales de media humanidad. Cambiar eso es tan complicado como imprescindible. Ese es el reto que deberían afrontar los hombres para cambiar a sus congéneres. Gracias a Gemma y a todo el equipo por dejarlo en evidencia otro mes más, 8-M todo el año.
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