Artículo de Sergi Sol

¿Iglesias contra Montero? ¡Qué falacia!

La virulencia verbal de la extrema derecha se llevó por delante toda crítica legítima al gazapo de la ministra

La ministra de Igualdad, Irene Montero.

La ministra de Igualdad, Irene Montero. / EP

Sergi Sol

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Hay quien ha establecido una simetría entre la bravata de Vox contra Irene Montero y una intervención de Pablo Iglesias en La Sexta afirmando que Ana Botella fue candidata del PP porque era la esposa de José María Aznar. Y no solo no es justo equiparar las situaciones, es que incluso puede resultar bochornoso para la causa que se pretende defender.

Hay que empezar diciendo que probablemente hoy Iglesias hubiera sido más cuidadoso para no meterse en un lío. Es así. La referencia es de 2014. Pero es que en estos años todo ha cambiado y hoy hay una sensibilidad a flor de piel, al límite que permite, por ejemplo, poner en la picota a un tipo honrado como Lluís Salvadó (flamante nuevo director del Port de Barcelona) por una conversación privada con un amigo y filtrada a conciencia por la Guardia Civil en el marco del caso que se sigue contra él por lo acontecido camino del 1 de Octubre de 2017.

Hay que ser un perfecto hipócrita para rasgarse las vestiduras. ¿Quién aguantaría un chequeo similar? Es decir, la intervención de todas tus comunicaciones privadas para luego airear un fragmento. Es infame e indigno. Toda vez que aquello que nos debería violentar e indignar es constatar cómo se utiliza la privacidad para arremeter contra una persona con toda la mala leche y saltándose toda ética.

Cabe decir que Vox le hizo un favor a Irene Montero, que estaba casi en la picota. La brutalidad de la extrema derecha dio razones y vigor a Montero para congraciar la solidaridad y repulsa de los que desde las propias filas de la izquierda le estaban pidiendo la cabeza por el desaguisado de la ley del 'solo sí es sí'.

Por otra parte, lo sorprendente es tal clamor por la referencia sexual a su pareja como virtud, cuando lo realmente vomitivo fue que le atribuyeran –a Montero- una voluntad deliberada de beneficiar a violadores con su precipitada ley. Eso es además una calumnia que solo se salva por la inmunidad de lo que se cuenta y dice en sede parlamentaria.

Por el contrario, lo que dijo Pablo Iglesias es que Botella fue candidata gracias a su marido José María Aznar, que es una solemne verdad aunque ya no se deba decir. Sencilla y llanamente es una cuestión de poder, lo que nos explica con detalle ‘Acoso’, esa puntillosa película que protagonizan Demi Moore y Michael Douglas.

Botella llegó a la película sin bagaje alguno, en ciernes del fallido adiós de Aznar tras su segunda legislatura. Tenía trampa, este pensaba seguir mandando desde del poder e influencia de la FAES y tutelando a su pupilo Mariano Rajoy, que una vez tuvo el mando pronto decidió que quería mandar. Rajoy sí tenía pedigrí. Pero qué duda cabe que lo suyo fue un dedazo sin más. ¿O no se puede decir?

Iglesias no hizo referencia sexual alguna, ni calumnió a nadie, ni su tono es comparable a la agresividad de la diputada de Vox. La virulencia verbal de la extrema derecha se llevó por delante toda crítica legítima al gazapo de Montero. Hay que empezar a separar el grano de la paja. Porque aunque todo es trigo para nada es lo mismo.

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